
Vive como si estuvieras lista para morir
Débora: ¿Cómo describes lo que Cristo hizo en la cruz? Deborah Howard lo describe como un intercambio.
Deborah Howard: Él intercambió Su justicia y Su bondad por nuestros pecados y nuestra injusticia. Ese es un gran intercambio para nosotras.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Rendición: El corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 4 de julio de 2025.
Esta semana Nancy y Deborah Howard han tenido una importante conversación. Deborah es enfermera en un hospicio y autora del libro Sunsets: Reflections for Life’s Final Journey (en español sería Ocasos:Reflexiones para el tramo final de la vida, pero actualmente solo está disponible en inglés).
Ella nos ha dado muchos consejos prácticos muy importantes. Si te has perdido los episodios anteriores, visita AvivaNuestrosCorazones.com para escuchar el audio o leer la …
Débora: ¿Cómo describes lo que Cristo hizo en la cruz? Deborah Howard lo describe como un intercambio.
Deborah Howard: Él intercambió Su justicia y Su bondad por nuestros pecados y nuestra injusticia. Ese es un gran intercambio para nosotras.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Rendición: El corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 4 de julio de 2025.
Esta semana Nancy y Deborah Howard han tenido una importante conversación. Deborah es enfermera en un hospicio y autora del libro Sunsets: Reflections for Life’s Final Journey (en español sería Ocasos:Reflexiones para el tramo final de la vida, pero actualmente solo está disponible en inglés).
Ella nos ha dado muchos consejos prácticos muy importantes. Si te has perdido los episodios anteriores, visita AvivaNuestrosCorazones.com para escuchar el audio o leer la transcripción. Aquí está Nancy para retomar la conversación.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Deborah, considero que uno de los temas más importantes de los que hablas en tu libro, Sunsets (en español sería Ocasos), trata de cómo vivir de tal manera que cuando nos llegue la hora de morir estemos preparadas para hacerlo.
Y creo que eso es algo en lo que la mayoría de nosotras no pensamos. Y recuerdo un reportaje en las noticias hace varios años, cuando murió el dramaturgo Arthur Miller en febrero del 2005.
El presentador dijo que una vez le preguntaron a Arthur Miller si quería escribir su propio epitafio y él respondió que nunca había pensado en eso. Luego añadió: «Espero estar aquí indefinidamente». Ahora bien, esta se citó después de que el hombre había muerto, por lo que no es cierto que estaría aquí indefinidamente.
Deborah: Así es.
Nancy: Y la realidad es que nadie estará aquí indefinidamente. Pero al parecer muchas de nosotras vivimos como Arthur Miller, independientemente de si él lo dijo en broma o no. Vivimos como si esperáramos estar aquí indefinidamente. Tengo más de 60 años y, en los últimos años, he empezado a pensar más seriamente en los asuntos relacionados con el final de la vida. Aunque no tengo idea de cuándo será.
Mi padre murió repentinamente de un ataque al corazón a los 53 años y uno de mis hermanos murió en un accidente automovilístico a los 22 años. Así que no hay garantías de cuánto tiempo viviremos, pero seguimos pensando que vamos a ser la excepción a la regla de que tendremos una vida sin fin en este mundo.
Y quizás con la tecnología que tenemos hoy en día, probablemente muchas de nosotras viviremos más de lo que vivieron nuestros padres y abuelos. Sin embargo, el final de nuestros días llegará en algún momento.
Y Deborah, en tu libro, nos animas a pensar en la eternidad, a pensar en el día en que tendremos que morir. ¿Crees que es algo con lo que mucha gente no se siente cómoda pensando y enfrentando?
Deborah: Sí. A los 20 años, piensas que no vas a morir nunca.
Nancy: Nos creemos invencibles o inmortales.
Deborah: Nos creemos invencibles y pensamos que siempre seremos jóvenes, que siempre seremos hermosas, y la lista puede continuar.
Nancy: Y aquellas de nosotras que estamos en nuestros sesentas, sabemos que eso no es cierto.
Deborah: Pienso que cuanto más envejeces y ves morir a miembros de tu familia y amigos, te haces más consciente de tu propia mortalidad.
Nancy: Tengo un amigo que dice que le gusta escribir sus metas cada año. No sé si lo hace todos los años. Pero cuando llega un cumpleaños o un año nuevo, en ocasiones, él va y visita un cementerio. Él dice que no hay nada como estar rodeado de lápidas, que son recuerdos de que la vida tiene un final aquí en esta tierra.
Y como resultado de la maldición y el pecado, nuestros cuerpos no viven para siempre aquí en la tierra. Mi amigo dice que es un lugar para reevaluarse, para pensar en sus prioridades, sus objetivos, pensar para qué vive y darse cuenta de que su vida no durará para siempre tal y como la conoce.
Y hay algo que me pareció útil en ese sentido. Estoy suscrita a una revista donde cada año, al inicio de cada año nuevo, tienen una sección llamada «El hombre no conoce su tiempo». Son páginas de listas y pequeños anuncios de personas conocidas, atletas, actores, políticos, gente de la vida pública, que murieron el año anterior.
Todos los años hojeo esas páginas. Es una especie de obituario anual. Y al ver las edades de estas personas, veo que algunas tenían 93 años y otras tenían 23 o 53 años cuando murieron. Eso es un recordatorio para mí de que yo podría estar en una lista el año que viene para estas fechas. ¿Cómo quiero vivir hoy de modo que esté preparada para morir cuando llegue mi tiempo?
Deborah: Eso me recuerda algo que leí sobre Francisco de Asís en mi investigación para el libro Sunsets. Decía que estaba cuidando su huerto y unas mujeres se acercaron y le dijeron: «¿Qué harías si supieras que solo te quedan diez minutos de vida?». Y él respondió: «Bueno, esperaría poder terminar este huerto».
Nancy: Así que, si lo que estás haciendo ahora es lo que Dios te ha llamado a hacer. . .
Deborah: ¡Hazlo! Este hombre estaba así de preparado. Eso era lo que debía hacer; no habría cosas de último minuto que él quisiera hacer. Por eso, podía seguir adelante y trabajar en lo que estaba haciendo. Podía seguir adelante y terminar lo que estaba haciendo. Y creo que todas deberíamos estar preparadas para que algo así le ocurra a otras personas en nuestras vidas y, en última instancia, también a nosotras.
Nancy: Entonces, Deborah, para aquellas de nosotras que, hasta donde sabemos, no nos enfrentamos a una muerte inminente, ¿cuáles son algunas maneras en las que podemos prepararnos para cuando llegue ese momento?
Deborah: Lo más importante que yo aconsejaría es aprender lo que dice la Palabra de Dios sobre esto, no solo sobre este tema, sino sobre todos los temas. Creo que entender las Escrituras es lo que más ayudará. Y no es simplemente saber dónde están ciertos versículos, sino entender cómo encajan, cómo es la Palabra de Dios para nosotras.
La Palabra es el corazón de Dios expuesto en ella. La única manera en que podemos conocer al Señor es por lo que Él dice en Su Palabra.
El conocimiento de Dios no se obtiene por arte de magia. Se obtiene a través del esfuerzo de leer las Escrituras, comprender lo que dicen y las directrices para nuestras vidas. Para prepararnos a la muerte necesitamos entender lo que eso significa. No hay mejor manera de entender la vida que leer lo que el Creador de la vida nos ha dicho.
Nancy: Y lo primero que debemos entender es lo que la Palabra de Dios dice acerca de nuestra vida eterna, de nuestro destino eterno, y el hecho de que, separados de Cristo, todos somos pecadores, y moriremos y pasaremos la eternidad separados de Dios. Así que, conocer el evangelio de Jesucristo, la salvación que Dios provee a través de Cristo, es el fundamento, es la base de nuestra esperanza de vida después de esta vida.
Deborah, en tu libro escribes bastante sobre la salvación y acerca de la perspectiva de Dios al respecto, de lo que la Palabra de Dios enseña sobre la salvación. Y sé que hay algunas personas escuchando esta conversación que tal vez nunca han pensado en la vida después de la muerte, en prepararse para la eternidad.
Así que, brevemente, quisiera que ayudaras a esa persona a entender, a partir de la Palabra de Dios, cómo puede estar segura de que después de la muerte pasará la eternidad con Cristo.
Deborah: La salvación es el tema más importante en todo el mundo. Es el acontecimiento más relevante para cada persona que vive y respira en esta tierra. Hay gente que piensa: «Bueno, aún tengo tiempo para eso. No tengo tiempo para eso ahora, pero lo tendré en el futuro». Sin embargo, no tienes garantizada una hora en esta tierra, el tiempo para considerar tu eternidad es hoy. No lo pospongas porque no sabes cuánto tiempo te queda. Este es el tema más importante para toda persona, y es uno de los que cada vez más personas se burlan.
¿De qué estamos hablando cuando hablamos de salvación? Estamos hablando de prepararnos para la eternidad ahora, porque lo que hacemos en este lado de la muerte, determina lo que nos sucederá del otro lado.
Nancy: Entonces, ¿cómo una persona puede saber si al otro lado de la muerte estará con el Señor, en el cielo, para siempre? ¿Cómo puede estar segura de eso?
Deborah: Tiene que tener una relación personal con Jesucristo, que es el Hijo de Dios. Esa persona tiene que ser llevada por el Señor a un lugar de entendimiento acerca de quién es Él, lo que ha hecho, y abrazar el hecho de que Cristo murió como nuestro sustituto en la cruz y resucitó victorioso, derrotando a la muerte, y debido a Su victoria sobre el pecado y la muerte, podemos ser cubiertos con Su justicia.
Una de las formas en que me gusta expresar la salvación es hablar de ella como una sustitución. En términos simples, diré que Cristo sustituyó Su justicia y Su bondad por nuestros pecados y nuestra injusticia. Es un gran intercambio para nosotras, porque ¿adivina qué? Eso significa que cuando Dios el Padre nos mira, lo que ve es la justicia de Cristo. Esa es la única manera en que podemos ser llevadas a una posición correcta ante el Dios Santo que no puede mirar el pecado; Uno que no puede abrazar el pecado.
Ninguna de nosotras tiene un corazón lo suficientemente bueno o intenciones lo suficientemente grandes como para ganarse un lugar en el cielo. Por lo tanto, Dios nos lleva a un punto donde podemos ver nuestra propia pecaminosidad y nuestras propias fallas, y podemos saber que necesitamos un Salvador y que ese Salvador es Jesucristo el Señor.
Es solo a través de Cristo que podemos encontrar la seguridad que necesitamos para saber que, lo que Él ha prometido acerca del más allá, es verdad.
Hay una época del año en la que creo que todas estas verdades me resultan muy claras, y es durante la Pascua.
Nancy: Así es.
Deborah: Especialmente cuando participas en las meditaciones del Viernes Santo, el día en que los cristianos recordamos la muerte de Cristo en la cruz, Su agonía. Y al recordar Su muerte, nos trae un conmovedor recordatorio de por qué murió en esa cruz, y que lo hizo por mí y por ti.
Una forma muy personal de verlo es que nosotras pusimos a Jesús en esa cruz. Nosotras mismas clavamos esos clavos en Sus manos, porque Él tuvo que morir en esa cruz a causa de nuestros pecados.
Pero Dios no lo deja allí. Dios no deja a Cristo colgado en esa cruz ensangrentado y maltratado. Porque, ¡adivina qué! ¡Ahí es cuando llega la Pascua y la tumba está vacía, y Cristo ha resucitado de entre los muertos! ¡Él ha derrotado al enemigo!
Nancy: ¡Amén!
Deborah: Y gracias a ese momento, podemos descansar en la seguridad de que donde Cristo ha ido, Él nos llevará con Él. Él ha descrito el cielo que vamos a disfrutar con Él por la eternidad.
Una cosa que la gente no considera es que todos seremos resucitados; tanto los justos como los injustos, aquellos que creen y tienen fe en Jesucristo, serán resucitados y estarán unidos con Él en el cielo por la eternidad. Sin embargo, para aquellos que no han creído ni tienen fe en Cristo también resucitarán, pero luego vendrá el juicio y después el castigo; ese castigo es un destierro al infierno por toda la eternidad.
Piénsalo, la eternidad es mucho, mucho tiempo para sufrir.
Las personas que no creen que el cielo y el infierno son reales, están equivocadas. Es muy importante que se den cuenta, a través del estudio de las Escrituras, que estos son lugares reales. Cristo nos habló de ellos. De hecho, la mayoría de las enseñanzas que tenemos en las Escrituras sobre el infierno vienen de Cristo mismo. Es un estudio asombroso.
Nancy: Hay muchos teólogos hoy en día que hacen gimnasia teológica para evitar esa enseñanza. Y lo cierto es que, hablar de este tema no es un deleite, pero es una verdad que necesitamos comprender y creer, tanto en lo que se refiere a prepararnos para enfrentar la eternidad, como en lo que se refiere a nuestros seres queridos.
Por eso es tan importante que nos adentremos en la Palabra de Dios y averigüemos lo que dice sobre la otra vida y sobre cómo prepararnos para ella.
Necesitamos que se nos recuerde, no solo a nosotras mismas, sino también a nuestros seres queridos, que no hay esperanza fuera de Cristo, pero a través de Cristo hay esperanza.
De hecho, en mi tiempo devocional de los últimos días, me encontré un versículo del Salmo 68 que me impactó. Es un versículo del Antiguo Testamento que anticipa todo el concepto de la resurrección. El versículo 20 del Salmo 68, que dice: «Dios es para nosotros un Dios de salvación, y a Dios el Señor pertenece el librar de la muerte».
Deborah: Él está hablando de la muerte eterna.
Nancy: Y de cómo, a través de la muerte de Cristo en la cruz por nuestros pecados y Su resurrección de entre los muertos, Él ha hecho posible que seamos librados de esa segunda muerte, del juicio y de la ira de Dios. Así que todas nosotras, a menos que nos encontremos con el Señor en el aire, moriremos físicamente. Pero los que han puesto su fe en Cristo se librarán de esa segunda muerte, porque Dios libera de la muerte. ¡Alabado sea el Señor! ¡Aleluya!
Deborah: ¡Amén a eso! La salvación de cada una de nosotras es lo más importante. Pero también hay otras maneras en que podemos prepararnos para nuestra propia muerte a través del conocimiento de las Escrituras y es aprender qué cosas son agradables a Dios.
Después de la salvación, debemos aprender a vivir de maneras que agrademos al Señor. La única manera de saber lo que eso implica es leer las Escrituras y estudiarlas. Así que la segunda cosa que yo diría es: esfuérzate por vivir una vida que agrade al Señor.
La tercera cosa que diría sobre esto es que cuando descubres que tienes una enfermedad que probablemente sea terminal, tu perspectiva cambia. Te das cuenta de que gran parte de lo que has estado haciendo durante toda tu vida se vuelve muy pequeño y en tu mente se arraigan las cosas que son realmente importantes. Cuando se tiene una perspectiva adecuada de la vida y de la muerte, la sensación de paz y aceptación aumenta.
El Salmo 63, versículo 3, dice: «Porque Tu misericordia es mejor que la vida». ¿Has pensado alguna vez en eso? ¡La misericordia de Dios es mejor que la vida! Las Escrituras nos enseñan que nuestras vidas son como un soplo. Pensamos que esto es todo lo que hay porque es lo que siempre hemos conocido. Pero la vida es como un instante. Estamos aquí por tan poco tiempo, así que los asuntos de vital importancia de nuestras vidas necesitan ser las mismas cosas que son de vital importancia para nuestro Señor. A eso debemos dedicar nuestra vida.
Débora: Todos moriremos. No hay nada que podamos hacer para detener esa realidad. Deborah Howard, con su experiencia como enfermera de personas en etapa terminal, te ha estado ayudando a entender cómo enfrentar este evento con paz y gozo.
El episodio de hoy no ha terminado, pero antes de que Nancy regrese, quisiera animarte a adquirir el libro Confía en Dios para escribir tu historia. Amada, Dios está escribiendo tu historia y es parte de Su historia más grande, grandiosa y eterna. Todavía no hemos llegado al final feliz, por lo cual puede ser difícil confiar en Él en medio de nuestras luchas. En este libro, Robert y Nancy comparten su propia historia, las historias de amigos y las historias de personas en la Biblia que se han enfrentado a desafíos que alteran la vida, pero, al final, han encontrado que Dios es fiel.
Te invitamos a visitar nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com y adquirir este recurso.
Ahora, Nancy está de vuelta con nosotras para concluir el episodio de hoy.
Nancy: Deborah, muchas gracias. Nos has dado mucho en qué pensar. Tú has pensado profundamente en estas cosas y nos has señalado las Escrituras y al corazón del Padre, y sé que esto va a ser un estímulo y una ayuda para muchas de nuestras oyentes.
Deborah: Gracias a ti, Nancy.
Nancy: En estos días, mientras hablábamos acerca de morir y sobre la preparación para nuestra propia muerte, y para la de aquellos que amamos, vino a mi mente un ex pastor mío. De hecho, han escuchado de él en Aviva Nuestros Corazones, y es el pastor Ray Ortlund y su esposa Anne Ortlund.
En el año 2007, Ray se fue a casa con el Señor como resultado de una larga batalla contra la fibrosis pulmonar. Después de su partida, su viuda, Anne, que es mi amiga, envió una carta que Ray había escrito siete años antes, en enero del 2000, para que se la leyeran a su familia después de su muerte.
Encontraron esta carta después de su muerte, y los hijos accedieron a que Anne la enviara a quienes habían estado orando por ellos. Y solo quiero leer una parte de esta carta porque creo que ilustra muy bien el corazón de un hombre que pensaba en el futuro y que sabía, como todas nosotras, que su tiempo en esta tierra era limitado, y quería hacer lo posible para preparar a su familia para el día en que les fuera arrebatado. Él escribió:
«Querida familia,
Ha llegado el momento de mi partida. [Esas palabras son una cita de 2 Timoteo 4:6. Él siguió diciendo:] Es extraño escribir esto cuando me siento bien y vigoroso, pero a menos que Cristo regrese primero, ese tiempo de partir llegará. Cuando lean esto, ya habrá sucedido.
He tenido un gran viaje con Jesucristo. Desde la infancia he conocido a Dios y lo he reverenciado. El nombre de Cristo siempre ha sido precioso para mí. Doy gracias a mis queridos padres por esta herencia.
Ahora la vida en la tierra ha terminado y tengo que encontrarme con el Señor cara a cara. Confío en Él como mi Salvador seguro y descanso en Su gracia en este momento trascendental de la muerte. No le temo a la muerte. (En realidad, he estado anticipando esta nueva aventura y en el momento en que lean esto, estaré con Cristo en el cielo). Así que ha sucedido y ahora estoy en presencia de Cristo, probablemente conmocionado por todo lo que estoy viendo por primera vez.
Me arrepiento de mis pecados y fracasos, que han sido muchos, pero sé que Cristo los ha perdonado. «No hay condenación para los que están en Cristo Jesús», dice Romanos 8:1. Algunos de esos pecados han sido contra ustedes, querida familia, y lo siento. Probablemente ustedes conocen mis pecados mejor que yo. Algunos que ustedes no conocen, yo los conozco demasiado bien. Pero donde abunda el pecado sobreabunda mucho más la gracia».
Y, por cierto, esas fueron las palabras de un hombre que no esperó hasta después de su muerte para decir estas cosas. Había confesado sus pecados fielmente al Señor y a su familia para poder morir con una conciencia limpia hacia Dios y hacia los demás. Ray continuó diciendo:
«Mi querida Anne ha sido mi amiga más preciada. Si todavía estás viva cuando leas esto, [y lo está] sé que la tratarás bien. Cuando vaya al cielo, Dios le dará cintas azules y medallas de oro. ¡Qué gran mujer y esposa!
Me ha amado y me ha apoyado lealmente durante toda nuestra vida juntos y nuestros últimos años han sido los mejores. Que Dios la recompense por su duro trabajo, su espíritu indulgente, su fe inquebrantable y su entusiasta aceptación de la vida tal como vino. Es una mujer de Dios, mi Cadillac. Nos encontraremos en el otro lado y cantaremos a dúo alabanzas a Dios. Como saben, el Salmo 34:3 ha sido nuestro versículo. Confiamos en que hayan visto que engrandecimos al Señor.
Cada uno de ustedes, nuestros hijos y sus cónyuges, han sido la alegría de mi vida, al igual que los nietos. Nunca he dudado de su amor por mí, y han sido muy tiernos y amorosos. Los veré en el cielo y bendeciremos juntos a Dios».
Y luego da una palabra de exhortación y encargo a los que siguen aquí.
«Les animo a que permanezcan fiel a su Salvador. No me cabe duda de que lo harán. Amen profundamente sus matrimonios. Mantengan fuertes sus lazos familiares. Acumulen tesoros en el cielo porque las cosas de la tierra están vacías. Las cuentas bancarias, las casas y los muebles ya no significan nada para mí. En realidad, nunca significaron algo.
Cuídense del pecado y confiésenlo tan pronto como lo descubran en su vida y dejen que el don del gozo del Espíritu, dé color a toda su vida. A medida que maduren, sigan siendo felices en Cristo. Sean aún más tiernos a medida que envejecen. Los viejos amargados son un fastidio.
En mi muerte estén seguros de que Dios sea glorificado. Jesús glorificó más al Padre en Su muerte. En Juan 17 Él nos dice que enfrentó la muerte inminente con esa oración para que el Padre fuera glorificado. Así que en mi funeral glorifiquen a Dios. Tengan una fiesta santa. Hace poco le decía a Anne que últimamente este mundo se ha vuelto menos atractivo, y me siento un poco fuera de lugar. Así que es bueno volver a casa ahora.
Los quiero a todos y a cada uno. Los veré antes de lo que creen».
Y qué gran ánimo son estas palabras para que cada una de nosotras arraigue su vida profundamente en la Palabra de Dios, en los caminos de Dios, para estar preparadas para el día en que estemos delante de Señor, y para hacer lo que podamos en este lado de la eternidad, para preparar a los que vienen detrás de nosotras.
Débora: Ayudándote a contemplar la belleza del evangelio, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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