Ayuda, no sé cómo cultivar mi relación con Dios

Temporada: ¡Ayuda! | Temas: Jóvenes , Vida Cristiana , Vida devocional

¡Hola Jóvenes Verdaderas! Hoy iniciamos una nueva serie muy interesante que se titula: «¡Ayuda!». Y el anhelo de nuestro corazón es sacarte de esa situación en la que sientes que te ahogas con el propósito que pongas tus pies sobre la tierra y camines hacia la dirección correcta. Pero como este es solamente un recurso digital, te queremos animar a que busques ayuda en tu hogar, en tu iglesia local, y que puedas florecer en medio de tu comunidad donde Dios te ha plantado.

Hoy vamos a hablarle a esa joven que dice: «Ayuda, no sé cómo cultivar mi relación con Dios». Esa joven que es creyente y está probablemente viviendo en casa de sus padres todavía y que se beneficia de la piedad y disciplinas espirituales de sus padres.

Frases destacadas:

«Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús el Señor, así anden en Él;firmemente arraigados …

Frases destacadas:

«Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús el Señor, así anden en Él;firmemente arraigados y edificados en Él y confirmados en su fe, tal como fueron instruidos, rebosando de gratitud». -Colosenses 2:6-7

Si hoy no tuvieras la influencia de tus padres que te están nutriendo con devocionales o de tus líderes que te alimentan espiritualmente en tu iglesia local, ¿qué harías?
Una de las cosas que caracteriza a la mayoría de los jóvenes es que no tienen el deseo de pensar profundamente en las cosas que a veces parecen tan sencillas en la Palabra de Dios.
Todo lo que tú necesitas para alcanzar plenitud es conocer a Cristo, pero hay un entendimiento tan superficial de lo que trata la vida cristiana y lo que significa crecer espiritualmente.
Piensa y medita en lo que sucedió cuando fuiste alcanzada por la gracia de Dios. Él fue quien tomó la iniciativa. Cristo te salvó, te abrió los ojos para encontrar la realidad en la que te encontrabas, siendo Él tu única salvación.
La razón por la que un día tú creíste el evangelio es porque Dios nos llamó a la vida y nos trasladó del reino de las tinieblas al Reino de la luz.
Si en realidad recibiste a Cristo, has recibido el milagro de la salvación. La única forma en la que recibes a Cristo es por la fe, confianza plena, y el convencimiento de que tú no te puedes salvar por ti misma, que no puedes hacer las paces con Dios y que Jesús vivió la vida perfecta, murió en tu lugar y resucitó.
La salvación eterna no solo la recibimos por gracia, sino que también el Señor nos salva del poder del pecado en nuestro andar cristiano, si nos sometemos al señorío de Cristo.
No existe tal cosa como una persona que recibió a Cristo pero vive su vida a su manera; todo lo pone al servicio del Señor. Sometemos nuestras vidas a Su servicio como una respuesta ante la maravillosa obra que Él ha hecho por nosotras.
Decimos que Cristo es nuestro Señor pero eso debe evidenciarse en todos los aspectos de nuestras vidas: en nuestras decisiones, en la forma en la que nos entretenemos, cómo tratamos a los demás.
La vida cristiana inicia con la fe y continúa por la fe. Cree por fe que todo lo que Dios dijo de ti es verdad. Arraiga tu vida en esas verdades, medítalas, créelas, recuérdaselas a tu corazón.