Día 113 | 2 Reyes 15 – 17
«Desecharon Sus estatutos y el pacto que Él había hecho con sus padres, y Sus advertencias con las cuales los había amonestado. Siguieron la vanidad y se hicieron vanos, y fueron en pos de las naciones que los rodeaban, respecto de las cuales el Señor les había ordenado que no hicieran como ellas» -2 Reyes 17:15
¿Cuál es la herencia que estamos pasando a nuestros hijos? ¿Cómo estamos viviendo nuestras vidas? Acompáñame a leer la Palabra, mientras profundizamos en 2 Reyes 15-17.
La mayoría de los reyes en Israel o en Judá imitaron y practicaron exactamente lo mismo que vieron hacer a sus padres:
- Azarías, hijo de Amasías, comenzó a reinar en Judá e hizo lo recto ante los ojos del Señor, conforme a todo lo que su padre Amasías había hecho.
- Zacarías, hijo de Jeroboam, reinó sobre Israel e hizo lo malo …
«Desecharon Sus estatutos y el pacto que Él había hecho con sus padres, y Sus advertencias con las cuales los había amonestado. Siguieron la vanidad y se hicieron vanos, y fueron en pos de las naciones que los rodeaban, respecto de las cuales el Señor les había ordenado que no hicieran como ellas» -2 Reyes 17:15
¿Cuál es la herencia que estamos pasando a nuestros hijos? ¿Cómo estamos viviendo nuestras vidas? Acompáñame a leer la Palabra, mientras profundizamos en 2 Reyes 15-17.
La mayoría de los reyes en Israel o en Judá imitaron y practicaron exactamente lo mismo que vieron hacer a sus padres:
- Azarías, hijo de Amasías, comenzó a reinar en Judá e hizo lo recto ante los ojos del Señor, conforme a todo lo que su padre Amasías había hecho.
- Zacarías, hijo de Jeroboam, reinó sobre Israel e hizo lo malo ante los ojos del Señor, tal como habían hecho sus padres.
- Jotam, hijo de Uzías, comenzó a reinar en Judá e hizo lo recto ante los ojos del Señor; hizo conforme a todo lo que su padre Uzías había hecho. Solo que los lugares altos no fueron quitados
Recordemos lo que Dios nos dice en Deuteronomio 6:1-8:
«Estos, pues, son los mandamientos, los estatutos y los decretos que el Señor su Dios me ha mandado que les enseñe, para que los cumplan en la tierra que van a poseer, para que temas al Señor tu Dios, guardando todos Sus estatutos y Sus mandamientos que yo te ordeno, tú y tus hijos y tus nietos, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. Escucha, pues, oh Israel, y cuida de hacerlo, para que te vaya bien y te multipliques en gran manera, en una tierra que mana leche y miel, tal como el Señor, el Dios de tus padres, te ha prometido. Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos».
Dios manda a los padres a instruir a sus hijos en Sus caminos, en Su Palabra y a guardar Sus mandamientos. Esa es nuestra principal misión como madres. Dios ha diseñado que las autoridades tengan una posición de influencia; por eso, nuestra misión como madres biológicas, espirituales o como líderes en nuestras áreas de servicio son claves para que con nuestro ejemplo apuntemos y dirijamos a otros a Dios, a Su Palabra, a Sus caminos y a Jesús.
¿Qué tan importante es para mí mi relación con Dios? ¿Soy intencional en separar un tiempo para meditar en Su Palabra? ¿Le doy más prioridad a los quehaceres y demás tareas antes que a Dios? ¿Cómo reacciono ante las fuertes pruebas? ¿Cómo resuelvo los conflictos? ¿En qué gasto el dinero? ¿Qué es lo que estoy comprando? ¿Cómo atiendo y le hablo a mi esposo? Hermana, no es solo nuestro hablar lo que instruye a nuestros hijos, también lo que hacemos.
Seamos intencionales y diligentes en pensar, hablar y actuar conforme a Su Palabra, pues cada una de nuestras acciones son como semillas colocadas en el corazón de nuestros hijos.
Escuchemos hoy la amorosa amonestación del Señor que nos llama a derribar esos ídolos de la salud, del trabajo, del dinero, del entretenimiento, de la belleza física, del yo. Y démosle el lugar que solo a Dios le pertenece.
«No seguirán a otros dioses, a ninguno de los dioses de los pueblos que los rodean». –Deuteronomio 6:14
Dios nos ha sacado y liberado con gran poder de las garras del pecado, de prisiones, de tinieblas y de muerte. Meditemos en esto de día y de noche, contemos a nuestros hijos de sus hechos portentosos en nuestras vidas y reflejemos el gozo y la devoción de vivir para el único y verdadero Dios.
Reflexiona:
- ¿De dónde son estos reyes? ¿Por qué hacen lo que hacen?
- ¿Cómo esta historia se relaciona con la historia de redención?
- ¿Qué te enseña acerca de tu propio corazón? ¿Me cuesta confiar y depender de Dios?
Nos encantaría leer cómo el Señor habló verdad a tu corazón con la lectura bíblica de hoy. ¡Déjanos tus comentarios!
Te invitamos a escuchar el pódcast Una caminata por la historia bíblica del ministerio Abre la Biblia, del pastor Collin Smith.
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