Día 168 | Salmos 57 – 63
Esta semana hemos contemplado a Jesús como Rey victorioso, cuya gloria es eterna y cuya ciudad es inconmovible. Hoy continuamos con los Salmos 57 al 63.
Salmo 57: A la sombra de las alas de Dios hay un cántico para el creyente.
El salmista suplica dos veces por piedad, y al igual que Rut, se refugia a la sombra de Sus alas, buscando el amparo del Dios que redimió a Israel para bendecirlo. En medio de la dificultad, su clamor refleja el cántico de Moisés en Deuteronomio 32:9-12.
En este Salmo, David se refiere a Dios como «Elohim Elyón», destacando en quién ha confiado su alma. Y tú, ¡recuérdale a tu alma en quién has puesto tu confianza!
- ¿Te refugias con urgencia en Dios, o le buscas luego de haber esperado liberación de la mano de otras personas?
- ¿Estás solo buscando alivio de la …
Esta semana hemos contemplado a Jesús como Rey victorioso, cuya gloria es eterna y cuya ciudad es inconmovible. Hoy continuamos con los Salmos 57 al 63.
Salmo 57: A la sombra de las alas de Dios hay un cántico para el creyente.
El salmista suplica dos veces por piedad, y al igual que Rut, se refugia a la sombra de Sus alas, buscando el amparo del Dios que redimió a Israel para bendecirlo. En medio de la dificultad, su clamor refleja el cántico de Moisés en Deuteronomio 32:9-12.
En este Salmo, David se refiere a Dios como «Elohim Elyón», destacando en quién ha confiado su alma. Y tú, ¡recuérdale a tu alma en quién has puesto tu confianza!
- ¿Te refugias con urgencia en Dios, o le buscas luego de haber esperado liberación de la mano de otras personas?
- ¿Estás solo buscando alivio de la angustia, o es también tu anhelo que el nombre de Dios sea exaltado en todas las naciones?
Salmo 58: Jueces injustos vs. el Juez justo
David se dirige a los «poderosos» o «magistrados» y cuestiona su comportamiento en su labor de justicia. Según Deuteronomio 1:16-17, estos jueces debían ser imparciales, justos y sin temor de los hombres, ya que el juicio pertenece a Dios.
Antes de juzgar, recordemos que la corrupción está en el hombre desde el vientre (Sal. 51:5). Como el primer Adán, nos extraviamos de la justicia y seguimos nuestra propia voluntad. Los hombres corruptos de los que habla David son como víboras que ni al más experto encantador oyen. Por entregarse a la iniquidad, serán arrancados de la tierra y juzgados por Dios. Pero los que aman la justicia y obedecen la ley de Dios verán Su juicio contra aquellos que rechazan Su Palabra.
«David mismo dijo por el Espíritu Santo: “El Señor dijo a mi Señor: ‘Siéntate a Mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies’”» (Mc. 12:36).
- ¿Te has cansado en la carrera de la fe y la obediencia? Entonces, recuerda Hebreos 12:3: «Consideren, pues, a Aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra Él mismo, para que no se cansen ni se desanimen en su corazón».
- ¿Crees que hay un galardón para los que obran rectamente? Por lo tanto, recuerda: «Y sin fe es imposible agradar a Dios. Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que recompensa a los que lo buscan». –Heb. 11:6
Salmo 59: Un clamor al borde de la muerte
Muchas veces sufrimos las consecuencias de nuestro propio pecado o sencillamente las autoridades ejercen su rol ante nuestra violación de la ley. Este salmo clama por liberación al Dios verdadero y misericordioso, quien es la fuerza de Su pueblo frente al ataque injusto del enemigo. Aunque podemos clamar a muchos, solo Dios puede liberarnos del pecado y de aquellos que violentan la vida de los hijos de Dios.
David se dirige a Dios como «YHVH Elohim Sebaot, Dios de Israel», el mismo que dio victoria a Israel sobre naciones más fuertes. Este es el Dios a quien oramos: «¡Oh Fuerza mía, en ti espero! ¡Elohim es mi baluarte!».
Una de las armas de guerra de los enemigos —la simiente de Satanás— son las palabras mentirosas y las maldiciones. Ellos creen que Dios no los oye, ¡son unos jactanciosos! Y tú, siendo hija de Dios, ¿has creído que algunas de tus palabras Dios no las oye?
Dios es terrible contra Sus enemigos, pero clemente con Su pueblo. Él es el Gobernante y Pastor de la iglesia, redimiendo a Su pueblo. Junto a David, clamamos: «¡Que todos lo sepan!». El enemigo no prosperará, y mientras el Reino se establece, podemos decir: «Cantaré de Tu poder y misericordia; Tú has sido mi baluarte y refugio».
- ¿Cómo es tu confianza en Dios? ¿En qué estado está tu fe? (¡Oh que nuestros ojos sean abiertos para ver!)
- ¿Cómo ves la mentira? ¿Eres tú veraz y bendices, o persigues con soberbia?
Salmo 60: Lamento por el quebranto y esperanza de victoria.
Este es un salmo diferente a los que hemos estado viendo. En lugar de clamar mientras es perseguido, ¡David clama mientras persigue a sus enemigos! Recordemos dos cosas:
- Dios escogió a Jacob sobre Esaú y Esaú le guardó rencor a su hermano por la bendición que había recibido (Gn. 27:40, 41).
- En Éxodo 7:4 Dios dijo: «… sacaré de la tierra de Egipto a Mis ejércitos, a Mi pueblo los israelitas».
En medio de la batalla, Israel clama a Dios, quien reafirma Sus promesas y bendiciones. Hoy, aunque sientas que no recibes respuesta, recuerda que «en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo» (Heb. 1:2). Dios cumplirá todo lo prometido, y Sus escogidos serán victoriosos.
- ¿Quién puede guiarte y fortalecer tus brazos caídos en medio de la batalla espiritual?
- ¿Te has refugiado en otras personas pensando que la ayuda de Dios es vana o te sientes rechazada por Él? Recuerda: «Porque el Señor, a causa de Su gran nombre, no desamparará a Su pueblo, pues el Señor se ha complacido en hacerlos pueblo Suyo». –1 Sam. 12:22
Salmo 61: Un corazón que desmaya por reposo.
En este salmo, vemos un anhelo de permanecer donde Dios mora y bajo Su protección, cantándole para siempre.
El Padre resucitó al Hijo y lo puso como Rey eterno sobre todo. Él tiene un pueblo redimido (tú y yo), guardados con bondad y fidelidad. ¡Confía! Jesús reina para siempre y te preservará hasta que recibas la herencia prometida.
- ¿Estás más arraigada en tu morada terrenal que en la celestial? ¿Anhelas la morada eterna?
- ¿Le has prometido algo a Dios que no has cumplido?
Salmo 62: El único Refugio.
David repite «solo en Dios» para recordarnos que nuestra alma no se aquieta porque no descansamos solo en Él. Este salmo nos muestra que Dios es nuestro único refugio, fuerza, salvación y esperanza. (Como leemos en Marcos 9:24 cuando el padre del muchacho endemoniado dijo: «Creo; ayúdame en mi incredulidad»).
Dios no solo es nuestro refugio, Él ES salvación. A veces nos preguntamos, ¿hasta cuándo continuará la lucha entre la simiente de Dios y la de Satanás? ¿Hasta cuándo lucharemos con el pecado y las batallas? Entonces, David le habla a su propia alma: «Solo en Dios aquiétate alma mía, porque de Él procede mi esperanza». Es ciertísimo «que la fortaleza está con Elohim». ¿Lo crees?
David concluye el salmo con una fuerte afirmación que hace eco en Mateo 16:27: «Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de Su Padre con Sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta».
- ¿Entiendes que la misericordia de Dios también se manifiesta en Su juicio?
- ¿Dónde revelan tus obras que está tu esperanza?
- ¿Se manifiesta tu confianza en Dios invitando a otros a refugiarse en Él?
Salmo 63: Anhelo ferviente por Dios.
Este salmo parece continuar con el «hilo» del Salmo 62. Leemos acerca de la comunión con Dios y el regocijo de quien le busca con anhelo ferviente, y leemos también acerca del fin de quien le rechaza.
¿Qué anhelas cuando estás agotada y en «tierra seca»? El anhelo crece cuando la necesidad es mayor y la promesa es dulce. Este salmo nos recuerda que solo en Dios, la Fuente de agua viva, nuestras almas están satisfechas.
- Y tú, ¿está satisfecha tu alma con el amor de Dios?
- Más que un sentimiento, ¿obedeces a Dios y reconoces la gracia que te salvó?
Jesús vino al desierto de este mundo, experimentando sed, llanto y sufrimiento; pero por el gozo delante de Él, oró, alabó y obedeció al Padre, levantándose victorioso para que disfrutemos de la comunión restaurada con Dios. ¡«Tu misericordia es mejor que la vida»!
¿Te sientes hoy sin esperanza? ¿Está tu alma tan angustiada que no puedes ver más allá de tu dolor? Clama a Él y Él te restaurará.
Cuéntanos qué has aprendido del carácter de Dios en estos salmos.
«Oh fortaleza mía, a Ti cantaré alabanzas; porque mi baluarte es Dios, el Dios que me muestra misericordia». - Salmo 59:17
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