
Día 167 | Salmos 51 – 56
Hoy veremos los salmos 51 al 56. ¿Cómo te has sentido estos días leyéndolos de corrido? ¡Oh Señor, danos ojos para verte y conocerte, y corazones para amarte porque Tú eres digno!
Salmo 51: Confesión de un pecador arrepentido
¡Oh, que este salmo estuviera en nuestros labios cuando pecamos! Las manos del salmista estaban manchadas de adulterio y sangre inocente, y él sabía que lo había hecho «delante de tus ojos». El rey de Israel, un hombre conforme al corazón de Dios, pecó.
- ¿Has pecado estando en los caminos del Señor y te has visto sumida en tristeza y dolor por tu descarrío? ¿Piensas que, al conocer a Dios, es imposible ser engañada por tu propio corazón o tentada por Satanás? Aunque seas salva, ¿lavas tus pies en la misericordia del Único que puede traer paz y perdón?
¡Cuán grande es nuestro pecado, pero …
Hoy veremos los salmos 51 al 56. ¿Cómo te has sentido estos días leyéndolos de corrido? ¡Oh Señor, danos ojos para verte y conocerte, y corazones para amarte porque Tú eres digno!
Salmo 51: Confesión de un pecador arrepentido
¡Oh, que este salmo estuviera en nuestros labios cuando pecamos! Las manos del salmista estaban manchadas de adulterio y sangre inocente, y él sabía que lo había hecho «delante de tus ojos». El rey de Israel, un hombre conforme al corazón de Dios, pecó.
- ¿Has pecado estando en los caminos del Señor y te has visto sumida en tristeza y dolor por tu descarrío? ¿Piensas que, al conocer a Dios, es imposible ser engañada por tu propio corazón o tentada por Satanás? Aunque seas salva, ¿lavas tus pies en la misericordia del Único que puede traer paz y perdón?
¡Cuán grande es nuestro pecado, pero aún más grande es el amor de Aquel que nos compró con Su sangre! Si has vivido atada a la culpa y vergüenza, hoy lávate en la gracia de tu Dios, confiesa tu pecado, apártate de tu iniquidad y refúgiate en Su justicia. Así, tus labios serán llenos de alabanza y conocerás el sacrificio que agrada a Dios: «El espíritu quebrantado. Al corazón contrito y humillado no despreciarás Tú, oh Dios».
Él, siendo puro y justo, nos lava y borra nuestras transgresiones. ¡Que Dios edifique Su Iglesia, quebrante y sane nuestras grietas para que nuestras ofrendas sean gratas a Sus ojos!
- ¿Suenan tus súplicas como aquellas del salmista? (Ten piedad, borra, lávame, purifícame, hazme conocer, crea en mí, renueva, líbrame, abre mis labios…). Solo Dios puede perdonarte por la fe en Cristo.
Salmos 52 al 54:
En estos salmos, David deja ver su corazón ante la persecución de varios enemigos. El contexto de estos salmos son los libros de Samuel y Crónicas que ya leímos.
Por ejemplo, en el Salmo 52:
Doeg, de la descendencia de Esaú, informó a Saúl acerca de dónde estaba David cuando huyó. Doeg mató a 85 sacerdotes, hirió a toda una ciudad y quería recibir los beneficios que su servicio a Saúl podía brindarle. Hombres como este, que son «poderosos» en la tierra, no se comparan con el Fuerte y Todopoderoso Dios del universo.
Las palabras destructoras, mentirosas y engañosas son armas poderosas en las lenguas de los hijos de Satanás, pero dado que su baluarte es la maldad y la riqueza, Dios los desarraigará de la «tierra de los vivientes». Los poderosos de este mundo, que se glorían en la maldad, caerán ante Dios; pero los que confían en Su misericordia tendrán vidas abundantes en Su presencia. El amor de Dios no es cualquier amor.
- ¿Revelan tus palabras que amas a Dios, o que quieres herir a los que te rodean?
- ¿Vives como si los bienes que puedes obtener en este mundo fueran tu refugio?
- Aunque en este mundo sufriremos a causa de los que aman la impiedad, ¿confías plenamente en el pacto que ha sido sellado en la sangre del justo Jesucristo?
¿Qué aprendemos del Salmo 53?
El necio está convencido de que no hay Dios, y muchos, aunque sabían de Él, no le honraron (Ro. 1:21-22). Vivir como si no existiera Dios nos lleva al pecado.
Dios observa desde Su morada celestial, buscando a aquellos que le reconozcan, le teman y le busquen. Pero nuestra tendencia es caer en el pecado. A pesar de eso, Dios escucha el clamor del pecador para recibir el gozo de ser perdonados.
- ¿Clamas a Dios para que tus cautivos sean liberados?
- Conociendo a Dios y su mensaje en Jesucristo, ¿vives como si Él no hubiera hablado?
- ¿Te has visto como superior a otros pensando que tú sí eres buena y justa y ellos no?
Veamos el Salmo 54
Quizá, temiendo lo que le sucedió a los sacerdotes que mató Doeg, el edomita, en la ciudad de Nob, los zifeos anunciaron a Saúl que David estaba entre ellos. Y David, buscando refugio, como futuro rey de Israel, recibió opresión en lugar de ayuda. Ante esto, levanta sus ojos a Dios, pidiendo salvación y justicia. Aunque no recibió ayuda humana, sí la recibió de Dios y anticipando la justicia de su Juez y Ayudador, promete ofrecer una ofrenda de gratitud.
Jesús, el Rey eterno y verdadero, Aquel de quien David fue una «sombra», clamó en Getsemaní, fue entregado por hombres violentos (tú y yo) ante autoridades corruptas para ser juzgado injustamente. Se humilló hasta la muerte de cruz en obediencia voluntaria al Padre, y fue librado, escuchado y levantado de la tumba. ¡Esta es la victoria, no la ausencia de aflicción, sino la esperanza en nuestro Cristo en medio del dolor! Y tu ofrenda y la mía… es la gratitud a su glorioso Nombre.
- En este mundo lleno de injusticia, ¿está tu esperanza en la justicia de Dios?
- ¿Reconoces que el Justo fue tratado injustamente en tu lugar para salvarte de la muerte eterna?
- ¿Estás dispuesta a sufrir injusticias por causa de Su Nombre y Su reino?
Salmo 55: Lamento ante la traición de un íntimo amigo
Es probable que David escribiera este salmo debido al agravio de su consejero Ahitofel, quien traicionó y apoyó a Absalón. Se percibe claramente el lamento de David, similar al de Ana en 1 Samuel 1:10. Él describe vívidamente el dolor que atraviesa y su deseo de hallar descanso y refugio en medio de la tormenta emocional y física.
Como recordando la torre de Babel (Gn. 11:9) pide que sus enemigos, quienes han llenado la ciudad de maldad, sean divididos. Usando la imagen de la rebelión de Coré (Nm. 16:30, 33), pide que los que se han rebelado en el reino reciban el mismo destino. David confía en que Aquel que reina desde tiempos antiguos humillará a los que no le temen ni guardan Su pacto.
En las palabras llenas de dolor del salmista, podemos ver también el reflejo del sufrimiento de Jesús ante la traición de Judas. Al ser traicionado y «tragado» por la ira del Padre, Jesús redimió a Su pueblo, llevando nuestras cargas más pesadas. A pesar de que en nuestros corazones había guerra contra Él, recibimos vida eterna.
- Ante el intenso y continuo dolor de una traición, ¿recurres a la ira y a la venganza para devolver mal con mal, o echas tu carga sobre Dios para que Él haga justicia?
- ¿Clamas con fe a Dios para ser librada de aquellos que buscan tu caída?
- ¿Crees que existe algo que haga que Dios deje de reinar (aunque sea por un segundo) sobre tu vida o sobre el mundo?
Salmo 56: Confianza en medio del temor
David conocía a Dios como Gobernante y Consolador. A pesar de estar rodeado de enemigos y temeroso por su vida, confiaba firmemente en Dios, creyendo que quienes confían en Él serán librados de la muerte y la oscuridad, y caminarán «en la luz de la vida». ¿Crees esto?
Este salmo pudo haber estado en los labios de Jesús cuando los fariseos intentaban atraparlo. A pesar del tormento que enfrentaría, Jesús confiaba en el Padre, sabiendo que Su Palabra era digna de alabanza. Como dice Hebreos 12:2: «Quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios».
- En medio de profundo temor, ¿puedes decir junto a David «el día en que temo yo confío en ti, poderoso Gobernante del universo y fiel Consolador»?
- ¿Alabas la Palabra de Dios con tu confianza en Él, o la deshonras con desconfianza continua?
- Si Dios está a tu favor, ¿qué puede hacerte el hombre?
¿Te sientes hoy sin esperanza? ¿Está tu alma tan angustiada que no puedes ver más allá de tu dolor? Clama a Él y Él te restaurará.
Compártenos en los comentarios qué has aprendido del carácter de Dios en estos salmos.
«Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a Tu misericordia; conforme a lo inmenso de Tu compasión, borra mis transgresiones». -Salmo 51:1
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