
Día 174 | Salmos 91 – 98
En un mundo tan inseguro, saber que el Altísimo es nuestro abrigo, el Omnipotente nuestra sombra y Dios nuestro refugio, debería conducirnos del temor a una confianza serena. Nada llegará a nuestras vidas sin Su consentimiento, y cuando la adversidad llegue, nada podrá dañar u obstaculizar aquello que Él nos ha dado saciarnos; Salmos 91:16 dice: «Lo saciaré de larga vida y le haré ver Mi salvación» (Sal. 91:16).
Cuando tenemos en mente que quien está a nuestro lado es bondadoso y fiel, y además reina y está vestido de majestad, llevaremos un estilo de vida de alabanza continua. No importa nuestra edad, estado o situación, Él nos hará florecer, nos vigorizará y fructificará; pues nos ha plantado firmemente en Su casa, y procuraremos esa santidad que conviene a la misma (Sal. 92-93).
Además de inseguro, el mundo está atestado de injusticias. Pareciera que éste prevalece, y esto …
En un mundo tan inseguro, saber que el Altísimo es nuestro abrigo, el Omnipotente nuestra sombra y Dios nuestro refugio, debería conducirnos del temor a una confianza serena. Nada llegará a nuestras vidas sin Su consentimiento, y cuando la adversidad llegue, nada podrá dañar u obstaculizar aquello que Él nos ha dado saciarnos; Salmos 91:16 dice: «Lo saciaré de larga vida y le haré ver Mi salvación» (Sal. 91:16).
Cuando tenemos en mente que quien está a nuestro lado es bondadoso y fiel, y además reina y está vestido de majestad, llevaremos un estilo de vida de alabanza continua. No importa nuestra edad, estado o situación, Él nos hará florecer, nos vigorizará y fructificará; pues nos ha plantado firmemente en Su casa, y procuraremos esa santidad que conviene a la misma (Sal. 92-93).
Además de inseguro, el mundo está atestado de injusticias. Pareciera que éste prevalece, y esto nos entristece. A veces, nuestros pies «resbalan», pero ese Dios de justicia es quien nos sostiene misericordiosamente trayendo al alma inquieta Su deleitosa consolación. ¡Algún día se hará justicia y veremos cómo la misma maldad de los malos los matará! (Sal. 94).
El Salmo 95 nos advierte de la incredulidad. Por muy malas que se vean las cosas, de nuevo vemos la grandeza de Dios como Señor, Hacedor y Rey. Nuestra confianza se fortalecerá cuando dejemos de ver cuán grande son los problemas, y reconozcamos que, por mucho, el Pastor que con ternura nos pastorea, es mayor. ¡Estamos en Sus manos y esto debe enternecer nuestros corazones!
Los Salmos 96, 97 y 98 invitan por igual a adorar, a cantar y atribuirle la gloria debida al nombre del único que es soberano. En este mundo caído, reconociendo todo lo expuesto, deberíamos vivir con regocijo. ¿Vives a la altura de tan maravillosa realidad?
¿Qué áreas en tu corazón necesitas rendir al Señor? ¿Alguna acción a tomar?
Déjanos tus comentarios sobre tu reflexión personal de la lectura de hoy. ¡Seamos animadas las unas con las otras!
«Vengan, cantemos con gozo al Señor, aclamemos con júbilo a la roca de nuestra salvación. Vengamos ante Su presencia con acción de gracias; aclamemos a Él con salmos». - Salmo 95:1-2
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