Día 291 | Marcos 15 – 16
«“Él va delante de ustedes a Galilea; allí lo verán. Tal como les dijo”». -Marcos 16:7
Llegamos al último capítulo del evangelio de Marcos. ¡Cuánto aprendemos cada vez que leemos! Seguramente has leído muchos de los versículos de este evangelio muchas veces, pero como Su Palabra está viva, siempre Dios la usa para que aprendas algo más que avive tu fe en Cristo.
Ni la situación, ni las palabras, ni los tratos de los hombres gobernaban la mente de Jesús, sino que en cada momento Él actuaba con el discernimiento, sabiduría y dirección del Espíritu. No era tiempo de hablar, pues, como dice Isaías 53:7: «…como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, no abrió Él su boca».
Leyendo el pasaje donde algunos soldados romanos se mofan de Jesús, viene a mi mente que yo hago lo mismo cuando no le doy reverencia como el …
«“Él va delante de ustedes a Galilea; allí lo verán. Tal como les dijo”». -Marcos 16:7
Llegamos al último capítulo del evangelio de Marcos. ¡Cuánto aprendemos cada vez que leemos! Seguramente has leído muchos de los versículos de este evangelio muchas veces, pero como Su Palabra está viva, siempre Dios la usa para que aprendas algo más que avive tu fe en Cristo.
Ni la situación, ni las palabras, ni los tratos de los hombres gobernaban la mente de Jesús, sino que en cada momento Él actuaba con el discernimiento, sabiduría y dirección del Espíritu. No era tiempo de hablar, pues, como dice Isaías 53:7: «…como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, no abrió Él su boca».
Leyendo el pasaje donde algunos soldados romanos se mofan de Jesús, viene a mi mente que yo hago lo mismo cuando no le doy reverencia como el Rey y Salvador que es cuando dudo de Su señorío, de Su soberanía, cuando me preocupo creyendo que Él no tiene el control, que no me puede salvar.
Muchas veces dudamos del amor de Dios, pero recordemos y meditemos que Jesús no tenía por qué morir, por qué ser masacrado y maltratado, pero voluntariamente lo hizo para salvarnos de la perdición eterna. La trinidad nos amó tanto hasta al punto de entregar al unigénito del Padre. No existe mayor expresión de amor que, aun siendo nosotros malos y pecadores, el Verbo, la Palabra por medio de la cual todo fue creado, Dios mismo, entregó Su vida por nosotras. Él ocupó el lugar que nos tocaba a nosotras.
- ¿Por qué todavía dudas del amor de Dios por ti?
Las multitudes siempre seguían a Jesús, pero a la hora de Su muerte, solo unos pocos permanecieron al pie de la cruz, y me pregunto: ¿Creemos en Jesús solo en los tiempos fáciles y placenteros, o permanecemos a Sus pies en tiempo de prueba, cuando la muerte toca nuestra puerta, cuando nuestra fe es atacada y perseguida? ¿Creemos verdaderamente?
Porque Cristo resucitó, nuestra fe es sólida y siempre tenemos esperanza. ¡Cristo venció a la muerte! Él lo prometió y fue fiel a Su Palabra. Como dice Mateo 5:18: «No se perderá ni la letra más pequeñani una tilde de la ley hasta que toda se cumpla». No importa lo que pase, nada ni nadie podrá detener el cumplimiento de la Palabra de Dios, Él es fiel y verdadero. Dios reina sobre las circunstancias, no las circunstancias sobre Dios.
Como está escrito en Números 23:19: «Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Lo ha dicho Él, y no lo hará?, ¿Ha hablado, y no lo cumplirá?».
- ¿Por qué dudas de Su Palabra? La fe debe de ir acompañada de los frutos de esa fe.
- Ciertamente, Dios nos ha escogido con el propósito de que le conozcamos y creamos en Él, en Jesús, en las buenas nuevas de salvación, pero también de que seamos Sus instrumentos. Tal como está escrito: «¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio del Bien!» (Ro. 10:15).
Por tanto, somos embajadoras de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros. ¡Reconcíliense con Dios! (2 Co. 5:20).
- ¿Disciernes tú los diferentes tiempos del Señor en tu vida y actúas con sabiduría y conocimiento?
- ¿Está tu vida mostrando las señales y los frutos del Espíritu de Dios y Su obra?
- ¿Estás siendo embajadora de Cristo en tu hogar, en tu lugar de trabajo? ¿Estás anunciando el evangelio con tus palabras, con tus acciones?
Ora dando gracias a Dios por un evangelio más que hemos terminado de leer juntas.
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