Día 298 | Lucas 13 – 14
«Porque todo el que se engrandece, será humillado; y el que se humille será engrandecido». - Lucas 14:11
Jesús continúa haciendo un llamado al arrepentimiento, ¿has notado que Cristo no cambia Su mensaje a pesar de las circunstancias y de las personas con que se encuentra?
Lucas 13 – 14
Estos capítulos comienzan con la advertencia de Jesús, de que no hay superioridad moral en ninguno y que, si no quieren perecer, deben reconocer que todos necesitan arrepentirse.
Y lo ejemplifica con la parábola de la higuera estéril, donde se hace notable la misericordia y bondadde Dios que estaba en ese momento, como hasta hoy, siendo extendida. El viñador tenía el derecho de talar la higuera que no daba fruto, asimismo como lo tiene Dios sobre Su pueblo; sin embargo, Su misericordia y paciencia se extendían mucho más allá de lo que …
«Porque todo el que se engrandece, será humillado; y el que se humille será engrandecido». - Lucas 14:11
Jesús continúa haciendo un llamado al arrepentimiento, ¿has notado que Cristo no cambia Su mensaje a pesar de las circunstancias y de las personas con que se encuentra?
Lucas 13 – 14
Estos capítulos comienzan con la advertencia de Jesús, de que no hay superioridad moral en ninguno y que, si no quieren perecer, deben reconocer que todos necesitan arrepentirse.
Y lo ejemplifica con la parábola de la higuera estéril, donde se hace notable la misericordia y bondadde Dios que estaba en ese momento, como hasta hoy, siendo extendida. El viñador tenía el derecho de talar la higuera que no daba fruto, asimismo como lo tiene Dios sobre Su pueblo; sin embargo, Su misericordia y paciencia se extendían mucho más allá de lo que imaginamos, con el fin de que se arrepintieran y llevaran fruto.
De la misma manera, como Dios tuvo paciencia con Israel, así la tiene con nosotras, por lo que no es algo que debamos pasar por alto; pues el día del juicio llegará.
Luego, Jesús sanó a una mujer enferma en el día de reposo, liberándola de una enfermedad que la había aquejado durante 18 años. Ella no requirió de una gran demostración de fe o de pedir explícitamente su sanidad, fue solo la compasión de Jesús la que la liberó para salvación. Por el contrario, la falta de compasión del principal de la sinagoga le impidió gozar de la obra de Jesús en esa mujer; el corazón de este hombre estaba endurecido, guiado solamente por tradiciones humanas que corrompieron el propósito mismo por el cual Dios había mandado a guardar el día de reposo.
Finalmente, podemos observar que la enfermedad de esta mujer no fue debido a un pecado cometido ni porque Satanás había ganado control sobre su vida, sino para que la gloria de Dios se manifestara.
Más adelante, fariseos y gobernantes se encuentran en una cena a la que Jesús fue invitado en el día de reposo, y frente a Él está un hombre con piernas y brazos hinchados debido a una enfermedad. Todos ahí solo observan, pero Jesús, tomando la iniciativa, quizá sabiendo lo que estaba en sus mentes y corazones, desafiando las ideas restrictivas respecto al Shabat, pregunta: «¿Es lícito sanar en el día de reposo?». Todos callaron, pero Él muestrade nuevo Su compasión por los necesitados, evidenciando que la piedad de los fariseos y escribas no era tal; ellos no seguían la Verdad, sino simples tradiciones humanas.
En las parábolas, Jesús usó ilustraciones bien conocidas por los judíos, como la semilla de mostaza y la levadura, que era algo muy usual en sus vidas. Estas ilustraban algo pequeño que se volvería grande. La esencia de estas parábolas es el comienzo pequeño de ese Reino: Jesús, un hombre sencillo y carpintero, que fue humillado por muchos, rechazado por Su familia y Su propio pueblo; nadie imaginaba que fuera ese el comienzo de un gran Reino que cambiaría a la humanidad y perduraría por los siglos.
Alguien en esa misma cena preguntó: ¿Son pocos los que se salvan? Jesús respondió: «Esfuércense por entrar por la puerta estrecha», y esta respuesta me hace estremecer y pensar: ¡cuánto debemos conscientemente buscar la santidad en nuestra vida y tener realmente una vida de piedad, que no podremos obtener fuera y alejadas de Cristo!
«Muchos son llamados, pero pocos son escogidos». –Mateo 22:14
Vemos también el lamento de Jesús por Jerusalén. Y que, a pesar de Sus opositores, Jesús permanecía firme, sabía que la tarea encomendada por Su Padre desde la eternidad pasada se llevaría a cabo. El Hijo de Dios entregaría Su vida en la cruz durante la Pascua.
En su justa dimensión, sucederá igual con nosotras, lo que Él nos llamó a hacer, lo haremos. No temamos cuando el mundo parezca estar en contra, cuando lo que Dios te ha llamado a hacer sea contra corriente y difícil, recuerda, Él lo hará, Su voluntad se cumplirá.
Al inicio leímos acerca de que Jesús sanó al hombre hidrópico, y ahí observó el comportamiento de los asistentes. Vio que generalmente quien se sentaba junto al anfitrión obtenía mayor atención, era un referente de importancia y éxito; por eso, muchos buscaban presurosos ocupar esos lugares, así que Jesús les refirió la parábola de los invitados a las bodas, para mostrarles la importancia de la humildad y el servicio.
La humildad debe ser el distintivo de una vida cristiana. La humildad es aquella característica que, en el momento en que piensas que la posees, la habrás perdido; es entonces no verme a mí, si no ver por los otros. ¡Qué mejor ejemplo que Cristo al recibir tan gran humillación por salvarnos! (ver Filipenses 2:1–16)
Jesús es la representación por excelencia de cómo debemos servir: sin buscar la admiración, elogio o recompensa terrenal, sino esperando únicamente ser agradable al Padre, y esperar solamente nuestra recompensa eterna.
Hay algo que he aprendido y esta lectura me lo recuerda: Dios pide todo de mí. ¿Por qué? Porque Él me compró a alto precio, es un privilegio inmerecido llamarme Suya.
¡Ser discípulo de Jesucristo implica un costo, y Cristo desea que lo sepas, que entiendas exactamente lo que implica seguirle! Él quiere que estés dispuesta a morir a ti y que Cristo viva en ti!
Mi oración es que Cristo viva en ti y en mí, cueste lo que cueste, piénsalo, calcula el riesgo y verás que nunca será mayor a la ganancia de estar con Jesucristo por la eternidad.
¿Estás dispuesta a renunciar a sueños y deseos propios, y vivir expectante de que en tu vida se haga solo Su voluntad? ¿Morirías a ti, a tu agenda de hoy y dejarías todo en manos de Cristo?
¿Estás confiada en que Él reina aun cuando todo luce adverso?
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