Día 306 | Juan 6 – 7
«Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre les dará, porque a Él es a quien el Padre, Dios, ha marcado con Su sello». -Juan 6:27
Milagros, revelación de la deidad y la incredulidad de las personas
Juan inicia diciendo «después de esto». Pueden haber pasado de seis meses a un año, porque su interés no está en dar un relato cronológico de Jesús, sino en que podamos ver que Él es Dios.
La multitud permanece junto a Jesús, pero lo hace buscando ver manifestaciones divinas, pero Él es movido a compasión al ver que no han comido. Se calcula que debían ser unas veinte mil personas si contaron cinco mil hombres. Jesús prueba la fe de Sus discípulos al preguntarles cómo les alimentarán, y luego realiza el milagro supliendo la …
«Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre les dará, porque a Él es a quien el Padre, Dios, ha marcado con Su sello». -Juan 6:27
Milagros, revelación de la deidad y la incredulidad de las personas
Juan inicia diciendo «después de esto». Pueden haber pasado de seis meses a un año, porque su interés no está en dar un relato cronológico de Jesús, sino en que podamos ver que Él es Dios.
La multitud permanece junto a Jesús, pero lo hace buscando ver manifestaciones divinas, pero Él es movido a compasión al ver que no han comido. Se calcula que debían ser unas veinte mil personas si contaron cinco mil hombres. Jesús prueba la fe de Sus discípulos al preguntarles cómo les alimentarán, y luego realiza el milagro supliendo la necesidad y haciendo que sus discípulos recogieran doce canastas de la comida que había quedado. Quizá cada canasta era un testimonio para cada uno de ellos, mostrándoles su incredulidad. Este milagro de Jesús fue igualmente una de las razones por las que deseaban hacerlo rey.
Al seguirlo, la multitud reveló lo que había en sus corazones: buscaban que Jesús satisficiera su necesidad física y los liberara de los romanos. Eso hizo que Jesús se retirara para estar solo.
Llegado el atardecer, los discípulos subieron a una barca hacia Capernaúm y Jesús no fue con ellos como solía hacerlo. En este lugar las corrientes de aire se levantan ocasionando tormentas. Ellos tenían horas remando en la oscuridad sin haber avanzado por las olas y el viento. Jesús sabía de antemano lo que ellos iban a pasar, pero aun y con eso, los envía al atardecer y Él se queda.
Entonces, cuando el agua se encrespó y la barca parecía perecer, Jesús llegó a ellos caminando sobre el mar. Esto confirmaba Su deidad al desafiar las leyes físicas. Los demás evangelios relatan el pánico que sintieron ellos en la barca, y al ver a Jesús, gritaban aterrados pensando que era un fantasma. Esto nos muestra que en ese momento todavía su fe no era firme, habían visto a Jesús hacer milagros, pero era más fácil pensar en un fantasma que en Cristo como su refugio seguro. Nuevamente, Jesús mostró Su deidad y no solo lo hizo al caminar, sino al llevar la barca «de inmediato a la orilla», desafiando los vientos y las olas.
El Pan de vida
Al llegar a la orilla, Jesús reveló que Él es el Pan de vida, no uno que perece, sino aquel que da vida eterna. Él es el verdadero pan del cielo. Y les dijo: «Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre les dará, porque a Él es a quien el Padre, Dios ha marcado con Su sello».
Este Pan no era como el maná que comieron sus padres, que solo quitaba el hambre. Al contrario, este Pan da vida eterna, y por eso los israelitas se molestaron en gran manera.
La verdad que Jesús está diciendo es: «Todo lo que el Padre me da, vendrá a Mí; y al que viene a Mí, de ningún modo lo echaré fuera». Quien va al Hijo y cree en Él, tiene la vida eterna y una relación con Dios, pues Dios es soberano en la salvación. Y con esto, Jesús muestra nuestra responsabilidad en responder a Su llamado.
Unos siete meses después, cuando se celebraba la fiesta de los tabernáculos, sus hermanos se aparecen buscando ver por ellos mismos las señales que Jesús hacía, o quizás solo para unirse a la multitud que deseaba hacerlo libertador de Su pueblo. Pero sea una cosa o la otra, ellos no creyeron en Él sino hasta después de Su resurrección.
- Ver cómo los hermanos de Jesús no creían en Él aun, y aunque habían crecido con Él y habían sido testigos de Su vida, me lleva a saber que Jesús igualmente conoce cuando nuestros familiares no entienden la nueva vida que ahora vivimos en Cristo. Cuando somos perseguidos o menospreciados por los nuestros por causa de nuestra fe, Jesús lo sabe, y podemos encontrar nuestro consuelo en Él.
Los corazones de los hombres son incrédulos por naturaleza, sus ojos están cegados para ver la verdad de Dios a menos que Él haga una obra en ellos, y por eso procuran matarle.
- Debemos saber que no se trata de identificarnos con palabras o decir, ¡amén! Jesús predicaba un mensaje en el cual buscaba vidas rendidas a Él en obediencia y eso hacía que algunos de los que lo escuchaban quisieran matarlo.
- ¿Cómo te identificas con Jesús? ¿Vienes a Él secretamente como Nicodemo o en plena necesidad como el ciego del estanque?
- ¿Es tu alabanza solo de labios o vives una vida rendida a Él?
La fuente de agua viva y la autoridad de Jesús
El último día de esta fiesta de los tabernáculos, que sugiere ser la más importante de todas, se realizaba un ritual con el agua y al mismo tiempo los cantores del templo cantaban y decían: ¡Aleluya! Entonces, Jesús aprovechó esta simbología y se levantó diciendo: «Si alguien tiene sed, que venga a Mí y beba. El que cree en Mí como ha dicho la Escritura: “De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva”».
Él es la fuente del agua viva. Estas palabras causaron gran disensión, provocando que aun los alguaciles que habían sido enviados a que lo apresaran se sorprendían, pues nadie hablaba con la autoridad con la que Jesús hablaba.
- Una cosa es el poder y otra la autoridad. Los gobernantes tenían poder, pero no tenían la autoridad de Jesús. Ellos no mostraban coherencia entre su doctrina y su conducta.
- Toda autoridad le ha sido dada a Jesús y con ella, Él nos envía a ser sus testigos, a hacer discípulos y a vivir una vida de obediencia a Él.
¿A quién somos llamadas a buscar diariamente según el capítulo 6?
¿Cómo respondes a la pregunta de Jesús: «¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?».
¿Qué verdad quedó en tu corazón a través de esta lectura?
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