Cuatro rasgos de una maestra bíblica

Escrito por Crawford Loritts

La Palabra de Dios debe ser la regla y norma para todo lo que hemos de hacer. De esta manera, la forma en la que pensamos y cómo actuamos debe estar regida por nuestro marco de referencia bíblico. Y en el ministerio dentro de nuestra iglesia local, impacta de igual manera en la forma en la que enseñamos a otros y les servimos.

Así que, hoy quiero compartir contigo, 4 características que vale mucho la pena tratar de identificar en tu vida como hija de Dios y como servidora en el ministerio de mujeres. 

1. Quebrantamiento. Una necesidad imperiosa de Dios.

El quebrantamiento es una percepción consciente de que necesitas a Dios en todo. Para las maestras de mujeres, el quebrantamiento es un querido amigo, y el orgullo, su enemigo. Siempre hay una brecha entre lo que tú tienes, y lo que Dios quiere que se haga.

Así que, la rendición debe ser la respuesta de la maestra al quebrantamiento porque el liderazgo cristiano efectivo está sustentado por la rendición. 

«El que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de Mí nada pueden hacer». -Juan 15:5

«Cuando, como maestra, operas desde una posición de quebrantamiento, reconoces que eres capaz de sucumbir ante una caída pecaminosa. Como dice Pablo:«Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga». -1 Corintios 10:12

Las maestras, como guía de otras mujeres, siempre encuentran que manejan asuntos que sobrepasan sus capacidades. Por esta razón, la insuficiencia está siempre asociada a cualquier llamado que Dios nos haga. Pero puedes encontrar fortaleza en la debilidad porque la gracia de Dios es suficiente, ahí es donde Su poder se perfecciona (2 Co. 12:9).

Nadie que enseña y sirve a otros camina pavoneándose, sino cojeando siempre. Dios usa el quebrantamiento como una herramienta para prepararte para las asignaciones que Él tiene para ti. Así que, mantén una actitud humilde bajo la autoridad de Dios (1 Pd. 5:6).

2. Una comunión poco común 

Es en esos momentos en los que lo buscamos y clamamos a Él por dirección y por soluciones, que alcanzamos a tocar Su poder y cultivamos una conexión profunda y de corazón con el Dios de nuestra alma. Él nos llama a adentrarnos en la profundidad de la intimidad con Él y esa es una comunión poco común.

Sin embargo, en esa comunión, podemos echar mano de Su sabiduría: «Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada» (Stg. 1:5).

El servicio cristiano se trata de hacer lo que Dios quiere que sea hecho, luchando por mantener la disciplina de entrar con regularidad en la presencia de Dios para tener Su mente y Su corazón con relación a lo que Él quiere que hagamos y cómo Él quiere que se lleve a cabo.

«Busquen al Señor y Su fortaleza; busquen Su rostro continuamente». -Salmo 105:4

3. El servicio como identidad 

La humildad es el reconocimiento intencional de que Dios es todo para ti y que tú no eres nada sin Él. Es el reconocimiento de que la vida no es acerca de ti, y que las necesidades de los demás son más importantes que las tuyas.

Por eso el Señor nos dice a través de Pablo: «No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo» (Flp. 2:3).

De igual manera, Cristo nos dejó un hermoso ejemplo: «Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas en Sus manos, y que de Dios había salido y a Dios volvía,se levantó de la cena y se quitó el manto, y tomando una toalla, se la ciñó.Luego echó agua en una vasija, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía ceñida» (Jn. 13:3-5).

Servir a otros es un llamado, pero ¿estás dispuesta a sacrificarte para servir a los demás? Es en el morir a ti misma por las razones correctas que encuentras y experimentas la vida a plenitud. Pablo lo había entendido muy bien y daba gloria a Dios por ello.

«Porque yo ya estoy para ser derramado como una ofrenda de libación, y el tiempo de mi partida ha llegado.He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe». -2 Timoteo 4:6-7

 4. Obediencia radical e inmediata 

Cuando enseñas y sirves a otras mujeres, el Señor espera de ti una obediencia radical e inmediata. Es esta obediencia la que reconoce la supremacía de Dios sobre todas las cosas. Es la que no estima nada como valioso para sí misma para poder terminar la carrera en el ministerio que recibe de su Señor para dar testimonio de Él (Hch. 20:24).

Una obediencia prolongada en la misma dirección está sustentada por las pequeñas decisiones que escogemos diariamente. Así que, pon atención a las pequeñas decisiones que diariamente haces. Y, en medio de las pruebas y de la oposición, ¡sé valiente y lleva tu obediencia hasta el final y encuentra la fortaleza en el Señor! (Neh. 6:9). No olvides que las adversidades y las dificultades son parte del portafolio de un servidor de Cristo.

Querida hermana, el poder y la autoridad de servir y enseñar a otras mujeres vienen de Dios. Su método es el quebrantamiento, la comunión poco común, el servicio como identidad, y la obediencia radical e inmediata. ¡Sé fiel a Él!

«Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante». -Hebreos 12:1

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