¿Por qué no me quería casar?

Debo confesarte que mis ideas sobre matrimonio eran todo, menos verdaderas, buenas o bíblicas. Según yo, nunca me iba a casar, simplemente no era uno de mis planes, sueños o aspiraciones. ¿Qué pasó conmigo?, ¿Por qué pensaba así?

Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto. - Ro. 12:2.

Entre más escucho a esta generación, de jóvenes, adolescentes e incluso niñas, me doy cuenta que yo no era la única en pensar eso, cada vez es más común escuchar a mujeres decir: “no me quiero casar”. Pareciera que el sueño de las pequeñas de “encontrar una pareja y ser felices para siempre” ha quedado en el pasado, ahora lo común es escuchar la proclamación: “no necesito a nadie”. ¿Por qué?

Alguna vez te has puesto a pensar ¿qué voces son las que influyen y aconsejan tu definición del matrimonio? Es muy importante plantearnos este tipo de preguntas, ya que nos harán cuestionar cuál es el fundamento en el que estamos colocando nuestras ideas. Las ideas que abrazamos son importantes pues son las que dan forma a nuestra percepción del mundo. Tus creencias repercuten en tu soltería o tu matrimonio.
¿Quién define lo que crees, la Palabra de Dios o la cultura?

Películas, series, libros, opiniones diversas y muchos fracasos matrimoniales a mi alrededor dieron forma a mi definición de matrimonio. Como podrás imaginar, todo eso tuvo unas repercusiones muy fuertes en mi manera de conducirme y opinar sobre el tema. Nunca me percaté de cómo fui adoctrinada sobre ello hasta considerarlo seriamente.

Sabemos que el matrimonio no es la voluntad de Dios para todos, no es la meta, ni lo que define o da sentido a una vida, tampoco la fuente de la felicidad, no es mejor el que se casa que el que se queda soltero, ése no es el punto aquí. El propósito de este artículo no es convencerte de casarte, ni idealizar el matrimonio, lo que intento es invitarte a hacer una pausa y reflexionar en el por qué es cada vez más común que no querer casarse e invitarte a transformar tu pensamiento a la verdad bíblica, también quiero recordarte que el centro de un buen matrimonio es Cristo.

Si también creciste en una cultura rodeada de malos ejemplos matrimoniales, los cuales lucían como algo de lo cual huir, en lugar de algo deseable a lo cual aspirar o respetar, sabes que esto afecta y mucho. Piensa un poco e intenta recordar: ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste o viste en una serie, película o medio de comunicación o una pareja casada, que conozcas en persona, que honrara la importancia del pacto matrimonial?

Lamentablemente durante mis años de soltería llené mi mente de ideas distorsionadas que promovieron bastante mi aversión hacia el matrimonio, te comparto algunas de ellas:

  • Idealización de la soltería, la idea de que “los solteros son más felices”.
  • Una promoción exagerada y exaltación del ser independiente, en lugar de promover la interdependencia. La idea de que “la soltería es libertad y la libertad es felicidad, el matrimonio te roba eso.”
  • Miedo al estancamiento: “Al casarte te estancas, te aburres, amarras, atas”. Es raro que alguien te mencione que el amor crece, aprendes y maduras, que aún eres libre, pero decides y quieres permanecer en él.
  • Promoción de la promiscuidad. La idea de “puedes vivir tu sexualidad, sin ningún compromiso, cuando quieras y con cuantos quieras, no es necesario casarse para hacerlo”. Lo cual ha traído tanto dolor, enfermedades y decadencia social.
  • Difusión del matrimonio como arcaico, innecesario, no deseable, algo de lo que hay que huir, como un “estorbo” (la idea de “el matrimonio es para viejos, no está de moda, ya es cosa del pasado”).
  • El mensaje de no necesitas un hombre para ser mamá, puedes tenerlo sola, por otros medios, o adoptar (como si los hijos fueran accesorios).
  • El materialismo como meta superior (“la idea de que el soltero tiene más y disfruta más”, pues tienes más dinero para ti, para viajar y comprar lo que quieras si eres soltero, que si te casas y formas una familia).

Todo esto, mezclado con las quejas de personas casadas fue la combinación perfecta para no desear casarme, todos los argumentos opacaron lo bueno de compartir la vida con alguien, incluso ni siquiera recordaba ni consideraba que el matrimonio era una idea divina. Sí, el pecado destruye relaciones, ensucia la hermosura del diseño original, pero en Cristo hay gracia, redención y esperanza. Puedes renovar tu mente (Ro.12:2).

El principal problema con estas ideas que son ampliamente promovidas, es que sólo son ciertas si la felicidad se alcanzara al satisfacer el mayor número de deseos egoístas que mi corazón pueda concebir. Pero esto no es cierto en el Evangelio, nuestro Creador que nos conoce mejor, sabe que hay más felicidad y realización al compartir mi vida con otros, al invertir mi vida en beneficio de alguien más, que hay más bienaventuranza al dar que al recibir; que obtendremos mayor crecimiento espiritual, y mayor gozo en esta vida y en la eternidad, si salimos de nosotras mismas y vivimos para los demás. Y para lograr esto, el matrimonio y la familia son un maravilloso instrumento del Señor.


Si eres soltera te invito a observar cautelosamente de dónde viene tu definición de matrimonio y si eres casada te invito a considerar el ejemplo que das con tu vida y recordar la repercusión que tiene en la siguiente generación, trayendo luz, esperanza y vida… o todo lo contrario.


Solteras y casadas, recordemos que: El matrimonio es un pacto digno de honor y respeto, que la Palabra de Dios dicte nuestras ideas sobre el matrimonio, no la cultura.
 

DÍA 25. Hacer el Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera te ayuda a comprender la belleza del pacto matrimonial.

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Sobre el autor

Lucy Reyna Orozco Meraz

Lucy Reyna Orozco Meraz

 

Reyna es esposa de Raúl Orozco, radica en Chihuahua, Chih., México. Juntos pastorean y educan a
 
su hijo (JR) e hija (RG) en casa, siendo su deseo formarlos e instruirlos para la gloria de Dios.
 
Ambos son Ing. Industriales y … leer más …

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