¿Qué demanda Dios de una mujer casada?

Hace unos meses celebré mis cuarenta años de casada, y fue cuando me percaté de que he sido una esposa por más de la mitad de mi vida. No digo que por esto sea una «experta» en el matrimonio, más bien reconozco que no he sido siempre una buena esposa, y aunque el diseño de Dios es perfecto, es una realidad que nunca seré la esposa perfecta de este lado del cielo. De hecho, sé más sobre lo que debo hacer que lo que verdaderamente hago y me atrevo a pensar que esa es una realidad para la mayoría de nosotras las mujeres.

Me casé antes de conocer al Señor y definitivamente como dice el teólogo y autor, Christian George en su libro Godology: «cuando realmente conoces a Cristo, todo cambia».   

Luego de cinco años de conocer a Cristo, asistí a la primera conferencia «True Woman», celebrada en Chicago. Aún recuerdo mi asombro al escuchar por primera vez, de manera bíblica, clara y sencilla, acerca del verdadero diseño de Dios para mí como mujer y esposa. Plenamente convencida de pecado en esta área, pasé semanas después de la conferencia, revisando los mensajes, escudriñando las Escrituras y profundizando en todo lo que Dios dice en Su Palabra sobre el rol de la esposa en un matrimonio cristiano. Hasta el día de hoy continúo en mi lectura e investigación sobre este tema, con la convicción de que no podré lograr ser la esposa que Dios me llama a ser en mis propias fuerzas, pero sí con el poder del Espíritu Santo que mora en mí.

En el 2008 (luego de 31 años de estar casada) inició mi viaje de ser intencional en convertirme en una esposa conforme a la voluntad de Dios, con el fin de honrarlo y glorificarlo a través de mi matrimonio.

El evangelio y el matrimonio

Uno de mis aprendizajes más importantes en este camino es la vinculación estrecha que existe en la Biblia, entre el evangelio y el matrimonio. Quiero compartirte cómo la Palabra de Dios ata estos dos conceptos.  

La mujer fue creada por Dios con un propósito. Al leer en Génesis el relato de la creación del hombre y de la mujer, vemos que la mujer fue creada por Dios para el hombre. De igual manera encontramos en el libro de Génesis que Dios instituyó la unión del matrimonio. «Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne». (Gén. 2:24). Jesús aprobó esta relación, y en Mateo 19:4-6 añade algunas palabras que hacen aún más importante la unión del matrimonio: «Y respondiendo Jesús, dijo: no habéis leído que Aquel que los creó, desde el principio los hizo varón y hembra, y añadió: “¿por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”? Por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe». Está claro que Dios diseñó el matrimonio para que fuera entre un hombre y una mujer, hasta el final de su tiempo aquí en la tierra.

El matrimonio, Cristo y su novia

La relación matrimonial en la tierra es una representación viva de la relación de Cristo con la iglesia, Su novia (Ef. 5:21-33). No sucedió que Dios creó el matrimonio terrenal, y después pensó, «la relación entre Cristo y la iglesia se parece mucho al matrimonio terrenal». Pablo explica que el matrimonio terrenal pretende señalarnos a una realidad espiritual mayor, la relación de Cristo y su novia, la iglesia.

La Biblia usa el matrimonio para recordarnos que nuestra primera alianza es con Cristo.  El matrimonio terrenal provee un lenguaje para explicar la relación de Cristo con la iglesia. Pablo escribe en 2 Corintios 11:2 «…pues os desposé a un esposo para presentaros como virgen pura a Cristo».  

El matrimonio terrenal es la copia, no el original.  

Esto significa que si somos cristianas, tenemos un esposo, Cristo. Como una esposa fiel está comprometida con su cónyuge, así nuestra lealtad es principalmente a nuestro Salvador. Cristo es nuestra prioridad por encima de todas las cosas. Poner al Señor en primer lugar en nuestras vidas es la decisión más importante que podemos tomar.

«Como Dios creó al hombre a Su propia imagen, así hizo el matrimonio terrenal a la imagen de Su propio matrimonio eterno con Su pueblo».

Grande es este misterio

Efesios 5:31 es una cita de Génesis 2:24: «Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne».  Luego, el versículo 32 dice: «Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia». Cuando Pablo dice que es un misterio, se refiere a que los roles del esposo y la esposa en el matrimonio no están asignados arbitrariamente, sino que están arraigados en los roles distintivos de Cristo y Su iglesia. Por esto, los esposos deben, de manera consciente, copiar la relación que Dios tenía destinada para Cristo y la iglesia.

La humanidad ha fracasado al no tomar la unión matrimonial con mayor seriedad, y esta ha sido una de las causas de la caída moral que vemos en nuestros países.

Por otro lado, en el matrimonio, así como en la iglesia, Dios le ha asignado al hombre la responsabilidad de reflejar el liderazgo de Cristo sobre la iglesia. En Efesios 5:24, Pablo describe a las esposas y su rol en relación con sus esposos. Él dice: «Pero, así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo». De igual manera como la iglesia debe someterse a Cristo, no en rebeldía sino respetuosamente, así la esposa debe atenerse a las decisiones de su esposo. La única excepción sería si el esposo le ordenara hacer algo que viole la ley de Dios (Hech. 5:29). Porque el esposo no reemplaza a Cristo como la autoridad suprema, la mujer nunca debe seguirlo hacia el pecado. Ella puede, incluso en estos casos, tener un espíritu de sumisión a través de su actitud y palabras.   

Cuando rechazamos ser lideradas por nuestros esposos vamos en contra de un principio bíblico fundamental establecido por Dios.  

Cuando nos oponemos al liderazgo de nuestros esposos, vamos en contra del diseño de Dios para nosotras.

El mundo nos dice que someterse a alguien es básicamente convertirse en esclavo del otro. Sin embargo, por más controversial que suene este tema de la sumisión en nuestra cultura, las mujeres cristianas tenemos una definición más acertada: Confianza. Cuando una esposa se somete a su esposo, ella le está diciendo, «Yo confió en ti y por lo tanto estoy dispuesta a seguir tu liderazgo en nuestro matrimonio». ¿De dónde viene esta confianza? ¡De Dios! La Biblia nos enseña que Él es confiable (Prov. 3:5-6; Mat. 27:43). También viene de la convicción de que si Dios es confiable (1 Sam. 15:29), así también lo es Su Palabra. Las esposas se someten a sus esposos porque saben que la Palabra de Dios es una guía confiable para su vida (Col. 3:18; Ef. 5:22-24; 1 Ped. 3:5-6).

Una oportunidad para vivir conforme al evangelio

En conclusión, nuestros matrimonios son un despliegue del evangelio. Los matrimonios centrados en el evangelio usan las luchas humanas diarias para apuntar a otros, a un matrimonio aun mayor, la relación entre el novio, Cristo, y su hermosa novia, la iglesia.

Nuestros matrimonios son un despliegue del evangelio.

El diseño original para las mujeres casadas es vivir para nuestros esposos porque ellos son nuestros representantes terrenales de Cristo (Ef. 5:23). Fuimos creadas de ellos y para ellos. Esto quiere decir que sus necesidades deben venir antes que las nuestras. Nuestro amor por nuestros esposos es independiente del amor de ellos hacia nosotras. No podemos controlar cómo ellos se comportan con nosotras, pero podemos tomar la decisión diaria de amarlos sin importar cómo ellos nos amen a nosotras. El mandamiento bíblico de amarse los unos a los otros es sencillo, y salió directo de los labios de Jesús en Juan 13:34: «Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros, que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros».

Cuando decidimos amar de manera incondicional a nuestros esposos, sometidas respetuosamente a su liderazgo, estamos glorificando a Cristo y mostrándole al mundo el verdadero rol de la esposa cristiana. Es una decisión diaria que tenemos que hacer, y en el evangelio tenemos el poder que necesitamos para lograrlo. ¿Estás dispuesta a obedecer a Dios en esto?

1Geoffrey Bromiley. Dios y el matrimonio

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Sobre el autor

Mayra Beltrán de Ortiz

Mayra Beltrán de Ortiz

Decidida a honrar el diseño de Dios para la mujer. Esposa de Federico Ortiz por 43 años, madre de José Alberto y Erika y feliz abita de Noé, Renata y Jaime Alberto.  Miembro y diaconisa de la Iglesia Bautista Internacional … leer más …


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