Recordando los propósitos de Dios en el sufrimiento

Si estuviera junto a un grupo de personas y les preguntara: «¿Cuál prefieres: el sufrimiento o la felicidad?» Estoy cien por ciento segura que la mayoría elegiría la segunda opción. Si alguno eligiera el sufrimiento, la gran mayoría se reiría y se burlaría de él.

Hoy, bajo nuestra naturaleza caída, tendemos a pensar en nosotras mismas, a querer tener la mayor satisfacción propias para así estar felices. Deseamos ser independientes y llevar las riendas de nuestra vida a nuestra manera. La sociedad y el mundo nos dicen, «vive para ti mismo», «busca la felicidad en tu interior», «que nada ni nadie te haga sufrir». Incluso, a veces, «Dios quiere tu felicidad», «tú eres un hijo de Dios y no debes sufrir».

En este momento en el que estoy escribiendo desde mi cama por problemas de salud, ha llegado una trágica noticia que nos duele como familia. Hemos sufrido la pérdida inesperada de una de mis tías más cercanas. Ella tuvo muchos sufrimientos a lo largo de toda su vida. Experimentó desilusiones, engaños, enfermedades y muchas otras cosas, siguiendo la corriente de este mundo. Hasta que, en sus últimos años de vida, en medio del caos, escuchó la voz de su Creador. Aunque su vida de sufrimiento no cambió, ahora su esperanza, su amor por Cristo, y su perspectiva sobre la eternidad, tomada de la mano de Dios, le alentaba a continuar viviendo su día a día. Hoy tomó su último suspiro, y Dios la ha llevado a su hogar junto a Él. ¡Gracias infinitas a Dios por Su salvación para ella!

Por lo anterior, veo que Dios tiene caminos trazados para sus hijos, y muchas son las veces en las que, en medio del dolor, desesperación, y sufrimiento, escuchamos Su tierna voz susurrando a nuestro oído. Y es allí cuando nuestro corazón y emociones se doblegan ante el poder y la gracia irresistible de nuestro Salvador.

A algunas se nos ha inculcado que el sufrimiento no es bueno, que es algo negativo para el ser humano, pero a través de la Palabra de Dios, podemos ver cuán maravillosos propósitos hay en él y cuán beneficioso puede ser el sufrimiento para nosotras como hijas de Dios.

  • El sufrimiento nos prepara para ayudar a nuestro prójimo.

«Bendito sea el Dios y Padre de Señor Jesucristo, Padre misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios». 2 Cor. 1:3-4

  • El sufrimiento siempre viene acompañado de la promesa de que Él nos fortalecerá en medio del sufrimiento.

«Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca ». 1 Pe. 5:10

  • El sufrimiento de este mundo nos prepara para la gloria de estar con Cristo por siempre.

«Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse». Rom. 8:18

  • El sufrimiento da fruto de madurez y esperanza.

«Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca». 1 Pe. 5:10

«Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza». Rom. 5:3-4

  • El sufrimiento nos moldea para parecernos a Cristo.

«A fin de conocerle, y el poder de su resurrección , y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejantes a Él en Su muerte». Flp. 3:10-11

Entendiendo y viendo el sufrimiento como una bendición que nos acerca a Dios, aunque serán diferentes nuestros padecimientos, tendremos una esperanza que anima, una fe que crece y podremos escuchar Su voz en medio de la soledad, de la pena, o de la desesperación, porque Él promete que nada nos podrá separar de Su amor.

«Aquellos que nadan en los mares de la aflicción encontrarán perlas exquisitas»

Charles Spurgeon.

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Sobre el autor

Yesenia Curihual Muñoz

Yesenia Curihual Muñoz

Yesenia Curihual Muñoz, hija de Dios, profesora de profesión, soltera. Desde su niñez participó en actividades dentro de su iglesia, siendo líder en  grupos de jóvenes. Actualmente uno de los mayores deseos de Yesenia es poder llevar el mensaje de … leer más …


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