Ayudando a otros a perseverar
Annamarie Sauter: Dios no deja de ser fiel cuando nos encontramos frente a una dificultad.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Recuerda, tú no estás sola. Eres parte de un cuerpo. Busca a otros creyentes. No te aísles. Deja que su fidelidad te inspire, y deja que otros te ministren.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. La lectura bíblica para hoy es la carta a los Romanos capítulos 15 y 16.
Cuando perseveras a través de la adversidad, puedes animar a otras personas a hacer lo mismo. Y cuando estás en aflicción, puedes mirar el ejemplo de otros que han perseverado. Hoy hablaremos más acerca de esto como continuación de la serie, «Persevera en las dificultades de la vida».
Nancy: Uno de mis libros favoritos de todos los tiempos es un libro llamado Evidencia no vista, de Darlene Deibler Rose. Esta mujer …
Annamarie Sauter: Dios no deja de ser fiel cuando nos encontramos frente a una dificultad.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Recuerda, tú no estás sola. Eres parte de un cuerpo. Busca a otros creyentes. No te aísles. Deja que su fidelidad te inspire, y deja que otros te ministren.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. La lectura bíblica para hoy es la carta a los Romanos capítulos 15 y 16.
Cuando perseveras a través de la adversidad, puedes animar a otras personas a hacer lo mismo. Y cuando estás en aflicción, puedes mirar el ejemplo de otros que han perseverado. Hoy hablaremos más acerca de esto como continuación de la serie, «Persevera en las dificultades de la vida».
Nancy: Uno de mis libros favoritos de todos los tiempos es un libro llamado Evidencia no vista, de Darlene Deibler Rose. Esta mujer ya está con el Señor, pero durante la Segunda Guerra Mundial, ella y su esposo eran misioneros en Nueva Guinea. Fueron capturados por los japoneses y terminaron separados el uno del otro en campos de prisión japoneses. Su marido en realidad fue asesinado en la cárcel.
Ellos eran una pareja de recién casados bastante jóvenes. Y esta mujer soportó algunas de las atrocidades, sufrimientos y dificultades más increíbles al encontrarse en medio de la Segunda Guerra Mundial. Escribió esa historia, lo que ella experimentó y cómo Cristo vino a su encuentro y le dio gracia para soportar, y todo eso está en su libro Evidencia no vista.
Hay un punto en toda esta experiencia cuando ella estaba en custodia de la policía secreta. Y estaba tan enferma como podría estarlo. Tenía todas estas enfermedades tropicales: beriberi, disentería. Débil y con hambre, separada de su esposo; con miedo. Y así es como ella escribe lo que sucedió.
Y dijo: «Con ternura mi Señor me envolvió con sus brazos fuertes de tranquilidad y calma. Yo sabía que podían encerrarme, pero no pudieron encerrar a mi maravilloso Señor. Jesús estaba ahí en la celda conmigo».
Y estamos hablando de cómo soportar las penas, las dificultades y el sufrimiento. El apóstol Pablo está escribiendo él mismo desde una celda en la prisión Mamertina, de acuerdo a los historiadores, bajo del sistema de alcantarillado de la ciudad de Roma. Los espacios más reducidos, las circunstancias más miserables que te puedas imaginar. Él está escribiendo para animar a su hijo en la fe, a Timoteo, quien era pastor en Éfeso y está huyendo temeroso; está intimidado y no sabe cómo va a hacerle frente a la oposición que está llegando en esos días.
Pablo escribe para decirle: «He aquí algunas cosas que te ayudarán a resistir, a ser fiel en todo el camino hasta la meta». Y por cierto, de eso se trata el soportar, el perseverar. No se trata de ser fiel en el corto plazo. Se trata de ser fiel a largo plazo. Resistir todo el camino hasta la meta. Eso es lo que quiero que sea verdad para mi propia vida cuando llegue al final, saber que todo el camino hasta la meta he resistido fielmente.
Y en esta serie estamos viendo diez perspectivas o principios de la segunda carta de Pablo a Timoteo, que nos ayudarán a perseverar, a soportar los sufrimientos. El octavo principio que comenzamos en la última sesión es: recuerda que no estás sola. Decimos que no estás sola porque tienes la presencia de Cristo, la presencia de Dios contigo. Dios ha dicho: «Yo estaré contigo, yo estaré con ustedes».
Pablo dice en su carta: «Todo el mundo me abandonó, pero Dios me ayudó y me fortaleció. Cuando no tenía a nadie más a quien mirar, a quién recurrir, Dios estaba allí». Eso fue lo que Darlene Deibler Rose experimentó en su celda. «Podían encerrarme, pero no podían encerrar a mi maravilloso Señor. Jesús estaba allí en la celda conmigo».
Ahora, quiero decirte que hay otra razón por la que no estás sola. Que no es solo la presencia de Cristo, la cual si fuera todo lo que tuviéramos sería suficiente, pero afortunadamente Dios nos ha dado la presencia de otros. Ahora, puede que no estén físicamente presentes en nuestras circunstancias, pero a través de la gracia de Dios, podemos estar involucrados en las vidas de los demás aunque ni siquiera estemos presentes físicamente.
Y hoy quiero hablar hoy acerca de cómo podemos ministrarnos unos a otros, cómo el cuerpo de Cristo es un medio que nos ayuda a soportar las dificultades, y cómo podemos ser un medio de ayuda para ayudar a otros a soportar las dificultades. Pienso en una serie de principios y declaraciones que hay en esta segunda carta a Timoteo sobre cómo podemos ayudarnos mutuamente, cómo no estamos solas porque nos tenemos los unos a los otros.
Y en primer lugar, está todo el asunto de orar los unos por los otros. Orar los unos por los otros. Pablo dice en el capítulo 1, versículo 3: «Me acuerdo de ti constantemente en mis oraciones noche y día». Siempre pensamos en Pablo diciendo: «Oro por ustedes, oro por ustedes, oro por ustedes»; pero piensa en dónde estaba Pablo y las circunstancias en que se encontraba. ¿No crees que podría haber tenido la tentación de comenzar su carta diciendo: «por favor, oren por mí»?
Pablo dice: «Yo oro por ustedes». Y uno pensaría que el pastor querría que oraran por él, prisionero, pero aquí está el prisionero orando por el pastor.
Nos necesitamos unos a otros, y podemos orar los unos por los otros.
Entonces recuerda que no estás sufriendo sola, hay otros que están sufriendo. Nuestro sufrimiento nos hace compañeros de ellos. Pablo desafió a Timoteo a compartir con él en las aflicciones por el evangelio, capítulo 1, versículo 8. Compartimos el sufrimiento como parte de una gran multitud, como un gran tren de los héroes de la fe. Campeones espirituales, maratonistas espirituales, aquellos que han corrido la carrera y han sufrido, algunos de los cuales fueron martirizados por soportar. Algunos perdieron la vida por su fe. Y estamos en ese tren. Estamos en esa línea de héroes espirituales. Pienso en el hecho de que tenemos un papel, un rol que desempeñar en esa fila. Compartimos con los demás en sus sufrimientos.
Tenemos que estar conectados con creyentes que tengamos una misma mente. Lo vemos en 2 Timoteo. Mantente conectado con creyentes con la misma mente. Todo esto es parte de ese punto, recuerda, no estás sola, eres parte de un cuerpo. Busca a otros creyentes. No te aísles. Deja que su fidelidad te inspire, y deja que otros te ministren.
Timoteo necesitaba a Pablo para que lo fortaleciera cuando su fe era débil. Y es por eso que Pablo escribió esta carta. Pero Pablo necesitaba a Timoteo y a los demás, y no tenía miedo de expresarlo. Lo ves a través de todos los escritos de Pablo, incluso aquí en 2 Timoteo.
Mira el capítulo 1, comenzando en los versículos 2-3: «Timoteo, amado hijo… Te recuerdo constantemente en mis oraciones noche y día». Versículo 4: «Como me acuerdo de tus lágrimas, anhelo verte, para que puedas ser lleno de gozo». Tres veces en esa carta, Pablo le dice: «Quiero verte».
Ahora, creo que Pablo quería animar a Timoteo, pero creo que Pablo quería que Timoteo lo animara a él. Él dijo: «Somos parte de un cuerpo. Somos parte de una familia. Nos necesitamos unos a otros». Por lo que él dice en el capítulo 4, versículo 9: «Procura venir a verme pronto».
Versículo 10: «Pues Demas me ha abandonado, habiendo amado este mundo presente, y se ha ido a Tesalónica; Crescente se fue a Galacia y Tito a Dalmacia. Solo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para el ministerio».
Aquí está Pablo próximo a ser ejecutado, enterrado en las entrañas de la tierra en esta Prisión Mamertina, y está pensando en el ministerio y en quién puede ayudarle en la obra del ministerio.
Y por cierto, ¿quién es este compañero, Marcos? ¿Recuerdas quién fue Marcos? ¿Juan Marcos? El que abandonó a Pablo en su primer viaje misionero y causó la división entre Pablo y Bernabé. Y ¿qué pasó? Bueno, creo que habían sucedido dos cosas. Mi suposición es que Marcos había cambiado, y que Pablo también había cambiado. Ambos se dieron cuenta de lo mucho que se necesitaban mutuamente.
Pablo le dice a Timoteo, «consigue a Marcos y tráelo contigo». No sé dónde está Marcos, pero consíguelo, encuéntralo, tráelo contigo, porque él es muy útil para el ministerio. Versículos 12-13: «Pero a Tíquico lo envié a Efeso. Cuando vengas, trae la capa que dejé en Troas con Carpo, y los libros, especialmente los pergaminos.
Hacía frío en esta prisión. Se acercaba el invierno. Él dijo, «necesito mi abrigo, y trae mis libros, y sobre todo los pergaminos» (v. 13). Él quería sus herramientas de estudio. Quería materiales que él pudiera utilizar para escribir y enviar otras cartas a los hermanos.
Versículos 19-21: «Saluda a Prisca y a Aquila, y a la casa de Onesíforo. Erasto se quedó en Corinto, pero a Trófimo lo dejé enfermo en Mileto. Procura venir antes del invierno. Eubulo te saluda, también Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos».
Y quizás te estás preguntando, «pero ¿quién es toda esta gente? ¿Cómo se pronuncian esos nombres? ¿Por qué Pablo los lista a todos?» Porque él sabía que nos necesitamos unos a otros. Él sabía que necesitaba a estas personas. Él estaba conectado. Se quedó conectado con otros creyentes. Él los buscó y no se aisló.
Y cuántas veces nos sentamos en nuestra prisión, y simplemente nos complacemos en nuestros sufrimientos y nos deprimimos y gemimos sobre lo difícil que es, cómo todo el mundo nos ha abandonado, cómo todo el mundo nos odia. Nadie me quiere. Todos me odian. Me voy a comer un gusanito. Lo que sea. La vida es miserable. Y luego queremos que todos los demás sean miserables al oírnos gemir en nuestras celdas.
Pero no hay gemidos en Pablo. Hay un espíritu increíble que creo que es ayudado por el hecho de que no solo se da cuenta de que Cristo está con él, sino que comprende su necesidad de otros en el cuerpo de Cristo. Y él dice: «Ven. Quiero estar contigo. Quiero ser fortalecido por tu fe».
Él se quedó conectado con otros creyentes. Él sabía lo que estaban haciendo y dónde estaban. Y mantuvo a otros creyentes conectados entre sí. «Saluda a fulano de tal y fulano de tal te saluda». Este hombre es un hombre que está conectado en el cuerpo de Cristo. Él no es un solitario. ¿Crees que el gran apóstol Pablo necesitaba la gente? Sí, creo que sí. Y tú, ¿necesitas a la gente? Sí, la necesitas. ¿Necesito a la gente? Sí, la necesito.
Ahora Pablo también sabía lo que era encontrar consuelo en la presencia de Cristo, aun cuando no tenía a otras personas. Si Timoteo no era capaz de llegar antes del invierno, Pablo no iba a quejarse de todos modos. Él sabía que Dios le daría la gracia para satisfacer esa necesidad, pero no tenía miedo de pedir ayuda. Trae los libros. Trae los pergaminos. Trae el abrigo.
Ven y trae tu presencia. Ven a orar conmigo. Levanta el teléfono. Llama a alguien. Y dile, «te necesito». Envía un correo electrónico y di: «¿puedes orar por mí, o puedo orar por ti?» Nos necesitamos unos a otros.
Recuerda a las personas que Dios ha traído a tu vida. Las personas que te han animado, que han traído un refrigerio a tu corazón y a tu espíritu. Recuerda a esas personas especialmente cuando sientas que estás sola.
Y sé que tenemos un montón de mamás jóvenes que escuchan Aviva Nuestros Corazones, y sienten que es como un tipo de salvavidas. Una mujer nos envió un correo electrónico la semana pasada, diciendo: «Yo tengo estos pequeños, no estoy en una etapa de la vida donde puedo ir a un estudio bíblico semanal». Y dijo: «Aviva Nuestros Corazones está empezando –y mis hijos saben que es mi pequeño descanso– y eso es lo que mantiene a mamá en su sano juicio».
A veces te vas a sentir muy sola; hay una época de la vida donde no se puede tener una gran cantidad de conexiones con otras personas, cuando sientes que todo el mundo te ha abandonado. Tal vez te has mudado lejos de la familia, o ellos se han mudado lejos de ti, o hay personas que se oponen a ti, que te dicen que estás loca por criar a tus hijos de esta manera. Y el resultado es que te sientes tan sola.
Cuando no hay nadie allí para estar contigo y nadie para atender a tus necesidades, recuerda a las personas que Dios ha utilizado en el pasado para animarte, para refrescar tu corazón. Pablo hizo eso.
Mira el capítulo 1, comenzando en el versículo 15. Él dice: «Ya sabes esto, todos los que están en Asia me han vuelto la espalda, entre los cuales están Figelo y Hermógenes». Pero él no se detuvo allí. Él podía simplemente haber lamentado todo lo que no tenía, toda la gente que se había ido, que es lo que a veces incluso tendemos a hacer. Pero él sigue diciendo en los versículos 16-17: «Que el Señor conceda misericordia a la casa de Onesíforo, porque muchas veces me dio refrigerio y no se avergonzó de mis cadenas, antes bien, cuando estuvo en Roma, me buscó con afán y me halló».
Roma era la ciudad más grande del mundo en esos tiempos. La ciudad más grande en el mundo hasta los 1800, cuando Londres la superó. Había millones de personas en Roma. ¿Cuántas personas en las mazmorras romanas? No lo sabemos, pero Onesíforo vino a Roma, encontró a Pablo, y le ministró.
Y Pablo dice en el versículo 18: «Los servicios que prestó en Éfeso, tú lo sabes mejor». Pablo piensa en esa época en la que no estaba solo, en un momento en que un consiervo, un compañero de milicia estaba allí para ayudarlo, para animarlo, para refrescarlo. Dios te animará hoy mientras piensas en las personas que te han ministrado en esas temporadas difíciles.
Y por otra parte, todavía pensando en los demás creyentes y el hecho de que no estamos solas, debemos desarrollar héroes piadosos. Pablo era un tipo de héroe para Timoteo. Timoteo fue retado a convertirse en ese tipo de héroe piadoso para aquellos que lo seguían. Pablo le dice en el capítulo 3, versículo 10: «Tú, sin embargo, has seguido mi enseñanza, mi conducta, mi objetivo en la vida, mi fe, mi paciencia, mi amor, mi firmeza».
Lo que Pablo le está diciendo es: «Te he dado un ejemplo a seguir. Ahora, eso significa que tienes que seguirlo». Busca aquellos que te han dado un ejemplo piadoso y sigue su ejemplo. Él continúa diciendo en el versículo 14 del capítulo 3: «En cuanto a ti, permanece firme en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido».
Pablo le dice humildemente: «Doy el ejemplo de las cosas que te he enseñado a ti. Así que continúa en esas cosas. Sabes lo que te he dicho, y me has visto vivirlo. Sabes no solo lo que has aprendido, pero sabes de quién lo has aprendido, así que continúa en esas cosas» (3:14, parafraseado).
Y me encanta leer biografías de grandes cristianos del pasado. Desde que era una niña, crecí con ellas. Y sigo leyéndolas hasta el día de hoy. Me ha sido de mucho aliento en los últimos días un mensaje que saqué de internet que es una semblanza de Adoniram Judson. He leído su biografía en el pasado.
Y en este último año he leído una biografía, escrita por JO Fraser que creo que se titula Más allá de la cordillera. Algunos de estos grandes hombres de fe, hombres de Dios, sirvieron al Señor con mucho menos apoyo del que tenemos en el día de hoy. Hoy en día si las personas son misioneros, tienen acceso a internet. Tienen correo electrónico. Pueden volar de ida y vuelta en muchos casos. Y no estoy diciendo de ninguna manera que sea fácil, pero quiero decir que hay aquellos que sirvieron al Señor en condiciones en el pasado, y algunos todavía en el día de hoy, que son simplemente muy difíciles para nosotras de comprender.
Así que cuando pienso que mi día es duro, leo algunas de estas biografías. Leo acerca de estos soldados de la fe que soportan penurias, y mi fe se fortalece con estos héroes piadosos.
Tengo aún héroes que hoy están vivos. No los pongo en un pedestal. Pero solo digo que estos son los hombres y las mujeres que han sido fieles a largo plazo. Y ellos me animan. Quizás me has escuchado decirlo antes pero lo voy a repetir otra vez, una de mis grandes heroínas de la fe es Joni Eareckson Tada.
Ahora, ella no querría esa designación acerca de sí misma porque se siente muy débil, pero lo que te digo es que en los días cuando estoy luchando para enfrentarme con lo que sea que traiga ese día, el Señor a menudo trae a mi mente a Joni. Pienso en lo que a ella le toma al principio de cada día salir de la cama, vestirse, maquillarse, escribir sus libros, pintar sus cuadros, hacer su programa de radio. Y pienso, «oh Señor, si Tú puedes darle gracia, como lo estás haciendo en el día de hoy (a menudo recuerdo orar por ella también), entonces Tú puedes darme gracia».
Pienso en Vonette Bright, la viuda del Dr. Bill Bright, y lo fiel que esta pareja fue y qué alegría ellos tuvieron en sus años de vejez y cómo ellos han marcado un patrón a seguir a Cristo y amarle. Me gusta estar cerca de ese tipo de personas que me animan a ser fiel.
Y entonces, también está el aprender de aquellos que han ido antes que tú. Y a medida que aprendes de ellos, recuerda que tienes la responsabilidad de pasar el relevo a aquellos que vienen detrás. Aprende de aquellos que han ido antes, y luego pasa el batón a los que vienen después de ti.
Eso es lo que Pablo dice en Segunda a Timoteo 2, versículo 2: «Lo que has oído de mí en presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros».
Y permítanme decir, por cierto, que hay algunas de ustedes que escuchan Aviva Nuestros Corazones y que nos han escuchado a través de los años. Y tú has sido alimentada a través de este ministerio. Has crecido a través de él. Permíteme animarte a compartir con otras lo que Dios te ha dado a través de este ministerio. No solo sentarte y llenar tu cuaderno y tu corazón y tu vida con estas verdades, sino saber que tienes la responsabilidad de pasar estas cosas a las demás.
Y es tan agradable ver a las mujeres que están tomando los recursos que tenemos disponibles a través de Aviva Nuestros Corazones y conducen estudios bíblicos con otras.
Así que en tiempos de dificultad recuerda que no estás sola. Cristo está en esa celda contigo, y hay otros. Ahí está el cuerpo de Cristo. Compartimos juntas en los sufrimientos de Cristo. Deja que el cuerpo sea el cuerpo para ti, y que tú seas el cuerpo para las demás.
Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth regresará para orar. Ella nos ha estado dando una perspectiva bíblica de las dificultades y nos ha dado principios que necesitamos entender y creer. Esta enseñanza es parte de la serie titulada, «Persevera en las dificultades de la vida».
Recientemente escuchamos de una mujer que ha visto cómo las tormentas de su vida la han acercado a Dios. Creo que lo que ella nos compartió será de aliento para ti. Escucha lo que nos dijo.
Kelly: Doy gracias a Dios por haberme permitido conocer Aviva Nuestros Corazones. En la iglesia donde me congrego ya hace varios años, seguimos este hermoso ministerio. Sin embargo, debo confesar que nunca me había interesado por seguir las series y los programas.
Un día, una amiga me dijo, «existe un ministerio que se llama Aviva Nuestros Corazones, síguelo». De eso hace aproximadamente siete años. Recuerdo que ella descargó esta aplicación en mi celular y había un corazoncito y decía, Aviva Nuestros Corazones. Nunca la abrí, nunca me interesé, nunca me importó en realidad; hasta el año pasado que pude escuchar un testimonio de una de mis hermanas de la iglesia y pude darme cuenta de que esto era real.
Dije, «esto es real». Eso fue en septiembre de 2019. Pero de verdad siento que Dios cautivó mi corazón y lo recuerdo como si fuera ayer, un día que iba manejando mi vehículo y Patricia de Saladín dijo, «daremos inicio a una nueva serie llamada En busca de Dios. Llamó tanto mi atención que inicialmente pensé que era debido a que en nuestra iglesia local habíamos estudiado este libro el año pasado en nuestros grupos pequeños.
Sin embargo, más adelante pude darme cuenta que Dios me quería preparar para lo que sería una gran tormenta en mi vida. Tormenta que me ha llevado no solo a conocer a Dios sino que me ha capacitado en diversos temas como el perdón, la humildad, la pureza, y reconocer que no tengo por qué entender lo que ocurre en mi vida, solo debo poner mi esperanza, mi mirada y mi vida completa en Dios.
He podido ver cómo a través de todo este proceso Dios ha sido tan bueno, y me ha dotado de recursos como Mujer Verdadera 365, los audios, los testimonios…y no solo eso, Dios me ha motivado a compartir con otras mujeres, y ustedes me han motivado a que comparta con estas chicas lo que Dios está haciendo conmigo; lo que Dios está haciendo en mi vida.
Es como si se me hubiera quitado un velo, es como si todos estos años yo hubiera estado quieta sin poder ver, sin poder escuchar, sin poder hablar. Pero ahora me siento diferente. Siento que el Señor está haciendo algo en mi vida, tan valioso, tan bonito, y que fue necesario todo este proceso para poder decir, «fue el Señor quien lo hizo». Fue necesario haber ido al desierto y poder experimentar el dolor pero también experimentar el amor de Dios. Dios las bendiga, gracias por lo que hacen a nivel mundial. De verdad que Dios las usa en gran manera para levantarnos, para animarnos, para restaurarnos. Gracias de verdad.
Nancy: Gracias, Señor, por los recursos que Tú proporcionas para nosotras, por Tu increíble presencia cuando pensamos que estamos solas. Gracias por otras creyentes, muchas que Tú has utilizado en mi propia vida para levantar mis manos.
Gracias, Señor, por los hermanos, las hermanas y la familia y el cuerpo de Cristo. Nos necesitamos unos a otros, y estoy agradecida por Tu provisión. Te doy gracias porque nunca estamos solas y como resultado podemos soportar la adversidad. Oramos con acción de gracias en el nombre de Jesús, Amén.
Annamarie: Cuando seas tentada a darte por vencida debes recordar que tienes un futuro glorioso por delante. Nancy te ayudará a ver esto en el próximo programa de Aviva Nuestros Corazones. ¡Te esperamos!
Llamándote a —no solo sobrevivir— sino a tener una vida abundante en Cristo, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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