¿Idolatras a tus hijos? Una llamada al corazón de mamá
Si eres mamá, en algún momento, sin darte cuenta, reconoces que los hijos son el regalo más grande que Dios nos ha confiado. Dios nos ha encomendado el corazón de nuestros hijos, sus vidas, para que lo cuidemos, lo creemos, pero muchas veces, por lo mucho que las amamos, se convierten en el centro de nuestros corazones.
Frases destacadas del episodio de hoy:
- Amamos tanto a nuestros hijos que empezamos a vivir para ellos, para que estén bien, para que no sufran, para que sean felices. No hay nada malo con eso, pero el amor se desordena. Poco a poco, sin notarlo, les vamos cediendo a ellos el trono que solo le pertenece a Dios.
- Nos volvemos mamás que temen decir «no», que callan para evitar los conflictos y que se adaptan por completo a los deseos de sus hijos. Entonces un día descubrimos que ya …
Si eres mamá, en algún momento, sin darte cuenta, reconoces que los hijos son el regalo más grande que Dios nos ha confiado. Dios nos ha encomendado el corazón de nuestros hijos, sus vidas, para que lo cuidemos, lo creemos, pero muchas veces, por lo mucho que las amamos, se convierten en el centro de nuestros corazones.
Frases destacadas del episodio de hoy:
- Amamos tanto a nuestros hijos que empezamos a vivir para ellos, para que estén bien, para que no sufran, para que sean felices. No hay nada malo con eso, pero el amor se desordena. Poco a poco, sin notarlo, les vamos cediendo a ellos el trono que solo le pertenece a Dios.
- Nos volvemos mamás que temen decir «no», que callan para evitar los conflictos y que se adaptan por completo a los deseos de sus hijos. Entonces un día descubrimos que ya no somos guía, sino seguidoras; los convertimos en pequeños déspotas, y encima no nos gusta en lo que se han convertido. El amor se nos desordenó y hemos cambiado la adoración que merece el Dador del don por el don en sí mismo.
- Un ídolo no es solo una estatua; un ídolo es cualquier cosa o persona que ocupa el lugar de Dios en nuestro corazón.
«¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti» (Isaías 49:15 RV 60)
- El amor de una madre es tan puro y fuerte que Dios lo compara con Su amor, el amor más fuerte que hay. Sin embargo, puede volverse un ídolo cuando dejamos que el temor y otras emociones nos gobiernen, porque tememos fallar, disgustarlos, tememos que nuestros hijos se alejen o ya no nos necesiten, o que sufran. Esto hace que:
- Dejemos de poner límites
- Dejemos de corregir
- Y nos decimos a nosotras mismas: «Bueno… con tal de que él esté “bien”».
- En el fondo, ese «bien» no viene de Dios, sino del deseo de evitar la confrontación, el dolor, el disgusto de un hijo en casa y un deseo pecaminoso de nuestro corazón que es engañoso.
Verdades para recordar
- Dios no nos llama a criar hijos felices todo el tiempo. Dios nos llama a criar hijos firmes, fuertes, con carácter y con una fe, entrenarlos en los caminos del Señor, fuertes para enfrentar un futuro y con valores.
- Cuando volvemos a poner a Dios en el centro, cuando nos damos cuenta de que hemos hecho de nuestros hijos un ídolo, debemos pedirle perdón al Señor, pero también debemos saber que cada día, cuando tratamos con ellos, estamos andando en un terreno en el que podemos volver a caer en esto.
- Cuando Dios ocupa Su lugar, todo lo demás se ordena. Él nos enseña a amar sin idolatrar a nuestros hijos, a cuidarlos sin controlar de manera obsesiva y a corregirlos haciendo una herida que luego sana, y sana para bien.
- Podemos orarle al Señor y decirle: «Señor, te entrego a mis hijos. No son míos, son Tuyos. Me los confiaste para guiarlos hacia Ti, no para retenerlos junto a mí. Enséñame a amarlos con la libertad que Tú das, a poner límites y a tener la fe de confiar y esperar en Ti, a hacer el bien sin temor».
- Cuando oramos así, el miedo se va debilitando y el Espíritu Santo nos enseña a poner esos límites con ternura, a decir «no» con amor y a confiar cuando llega la distancia o la rebeldía.
- Nuestros hijos no necesitan mamás perfectas, necesitan mamás presentes, coherentes, mamás que oran. Madres que no teman decirles a sus hijos: «No estoy aquí para complacerte, sino para ayudarte a crecer. Siempre que pueda complacerte, va a ser mi deleite. Pero te amo y, como amo a Dios más que lo que te amo a ti, tengo que hacer esto».
- Cada vez que una madre pone un límite desde el amor, está diciendo: «Confío en que Dios te sostiene, aunque ahora no entiendas». Eso da seguridad, no rigidez; eso enseña fe, no miedo.
¿Qué puedes hacer para amar a tus hijos sin idolatrarlos?
- Ora y piensa antes de reaccionar: para que Dios te muestre si estás actuando desde el amor o desde el temor.
- Pon límites claros y constantes: no por autoridad solamente, sino por coherencia, y hazlo con amor.
- Aceptar el conflicto: los conflictos son inevitables. Que un hijo se enoje no es el fin del amor; a veces es el principio del amor y el principio del respeto.
- Escúchalos: debes poder aclarar sus dudas, responder sus preguntas, con la verdad.
- Cuida tu corazón: debes poder orar y nutrirte espiritualmente, porque una mamá que está agotada ama, aunque tenga temor.
- Recuerda tu rol: eres madre, eres un instrumento de Dios para guiar las vidas de tus hijos.
- Pídele a Dios que te devuelva el orden en tu corazón: para que Él sea siempre el centro, para que tus hijos no sean tu ídolo, sino tu misión, y encomienda de parte del Señor; que Él te enseñe a amarlos sin miedo, a guiarlos sin un control obsesivo y a confiar que Dios completará en ellos la obra que Él comenzó.
Pasajes bíblicos para ser alentada:
«Está vestida de fortaleza y dignidad, y se ríe sin temor al futuro». —Proverbios 31:25 (NTV)
«Fieles son las heridas del que ama…». —Proverbios 27:6 (RV 60)
«El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige». —Proverbios 13:24 (RV 60)
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