
¡No seas una mamá indulgente!
Hoy estaremos reflexionando juntas acerca del ejemplo de un gran hombre de Dios, el rey David. Veremos cómo la indulgencia de David, como padre, abrió la puerta al pecado no confrontado de sus hijos y cómo el peligro de la maternidad y la paternidad pasiva se aplica a las madres, quienes son las principales discipuladoras de sus hijos.
Frases destacadas del episodio de hoy:
- La historia de David y Absalón es una de las más conmovedoras y trágicas en toda la narrativa bíblica, porque nos revela la corrupción del corazón humano y también los efectos devastadores de una paternidad pasiva.
- Esta historia nos confronta con una verdad incómoda, pero necesaria: no basta con amar a nuestros hijos, les proveamos, les demos comida o los supervisemos. Debemos guiarlos, corregirlos, disciplinarlos y pastorearlos con firmeza y fidelidad, con gracia y con verdad.
¿Dónde comenzó a sembrarse …
Hoy estaremos reflexionando juntas acerca del ejemplo de un gran hombre de Dios, el rey David. Veremos cómo la indulgencia de David, como padre, abrió la puerta al pecado no confrontado de sus hijos y cómo el peligro de la maternidad y la paternidad pasiva se aplica a las madres, quienes son las principales discipuladoras de sus hijos.
Frases destacadas del episodio de hoy:
- La historia de David y Absalón es una de las más conmovedoras y trágicas en toda la narrativa bíblica, porque nos revela la corrupción del corazón humano y también los efectos devastadores de una paternidad pasiva.
- Esta historia nos confronta con una verdad incómoda, pero necesaria: no basta con amar a nuestros hijos, les proveamos, les demos comida o los supervisemos. Debemos guiarlos, corregirlos, disciplinarlos y pastorearlos con firmeza y fidelidad, con gracia y con verdad.
¿Dónde comenzó a sembrarse la semilla de pecado?
- Todo comienza con el pecado de David con Betsabé. Aunque Absalón no aparece en ese episodio, ya se está sembrando la semilla de pecado en esa familia. David menospreció la ley de Dios, y aunque fue perdonado, su pecado trajo consecuencias severas a su casa (2 Sam. 12:10).
- Luego, en 2 Samuel 13, encontramos otra historia desgarradora: Amnón, el hijo de David, que abusa de su media hermana Tamar. David se entera, se enoja… pero no hace nada. No hay confrontación, no hay disciplina. No hay corrección. No hay justicia. Quizás David no se sentía moralmente capaz de amonestar a su hijo luego de su propio pecado con Betsabé.
- Esa pasividad de David enciende el fuego de la venganza en el corazón de Absalón, que era el hermano de Tamar. Al ver que su padre no hizo justicia, Absalón se enfurece y se llena de rencor. Por tres años espera el momento de la venganza; cultiva el rencor en el corazón, y finalmente toma la justicia en sus propias manos y asesina a su hermano Amnón.
- Esta indulgencia de David tuvo consecuencias en su propia vida, y aun de la nación. Su silencio como padre frente al pecado de su hijo no fue amor, fue una forma peligrosa de indulgencia, de pasividad. Fue una omisión que tuvo consecuencias mortales.
Lecciones sobre esta historia
- Muchas veces confundimos el amor con dejar pasar las cosas. Decimos: «Es que está cansado…», «Es solo una etapa…», «Ya se le va a pasar…». Cuando ignoramos el pecado o las debilidades de carácter en nuestros hijos, no estamos siendo amorosas, estamos siendo indulgentes.
- El amor verdadero corrige. El amor verdadero confronta y disciplina.
- Cuando malentendemos el amor y fallamos en disciplinar, lo que estamos haciendo es alimentando las debilidades de carácter, el orgullo y la ambición de nuestros hijos.
- Tratar con el pecado de nuestros hijos es crucial. La pasividad en la crianza no solo es una falta de amor, sino que es una forma de negligencia.
- Los hijos observan más lo que haces que lo que dices. La falta de corrección, aun cuando va acompañada de tristeza o enojo, es desobediencia a Dios. Un padre que no corrige a tiempo está contribuyendo a la destrucción de sus hijos.
- No debemos distanciarnos emocionalmente de nuestros hijos ni permitir que se cultive un alejamiento. David lloró por su hijo, pero no fue tras él y tampoco lo recibió cuando Absalón regresó. Eso creó una herida profunda en el corazón de Absalón.
- Cuando un padre o una madre se distancia de un hijo o una hija, debido al pecado de ellos, aunque sigue viviendo bajo el mismo techo, está sembrando amargura en sus corazones.
- El corazón del hijo necesita el corazón de sus padres; necesita de su atención y de su amor. Es esta conexión que te permitirá llegar a traer la verdad que él o ella necesitan y que les ayudará a salir de su rebeldía.
Consecuencias del pecado no confrontado en tus hijos
- En 2 Samuel 14 y 15, Absalón finalmente va donde David y le pide perdón, pero ahí no había verdadero arrepentimiento. Como su pecado nunca fue confrontado, Absalón comienza a robar el corazón del pueblo y David permite que la ambición de su hijo crezca sin freno hasta terminar en un intento de golpe de Estado.
- David fue echado de Jerusalén y el trono le fue arrebatado por su propio hijo. Todo comenzó con una omisión: no tratar con el corazón del hijo cuando David tuvo la oportunidad. La rebelión en el corazón de Absalón fue alimentada por la falta de límites de parte de su padre.
- La rebelión de Absalón termina con su muerte en manos de Joab. Cuando David se entera, llora desconsoladamente. Fue el grito de un padre que amó, pero no guió. Que lloró, pero no corrigió. Que eligió alejarse de su hijo cuando necesitaba confrontarlo y corregirlo.
El amor que confronta el pecado
- Amar a nuestros hijos no es suficiente si ese amor no está lleno de verdad. El amor verdadero pastorea, corrige, instruye y disciplina.
- Cuando los padres no confrontan el pecado, los hijos lo normalizan. Un hijo sin límites es un hijo que va a desafiar a la autoridad. La corrección, los límites y la disciplina son todos parte del deber sagrado de la maternidad y la paternidad.
Consecuencias a largo plazo del pecado no confrontado de tus hijos
- En 1 de Reyes 1:6 vemos otro suceso en la vida de David, ya siendo anciano. Tristemente, su experiencia con Absalón no le enseñó nada acerca de su autoridad como padre. Él tampoco confrontó a su hijo Adonías en su pecado.
- Adonías creció sin freno. Nadie lo detuvo. Nadie le dijo «no». Y cuando David ya estaba débil, Adonías intentó tomar el trono.
- La falta de corrección como padre permite que un hijo tome un camino destructivo.
- Es precisamente debido a la pasividad, indulgencia y negligencia de los padres que hoy vemos a los adolescentes endurecidos en su pecado. Se les ha dado demasiada libertad, y se les ha concedido la autoridad que los padres deben tener. No se les ha ‘contrariado’ su voluntad y se han vuelto rebeldes.
Verdades para animarte en tu deber de confrontar el pecado de tus hijos
- La crianza requiere: tu presencia activa, vigilancia espiritual, oración continua, enfoque y disposición a decir «no» cuando es necesario.
- No es suficiente amar a tus hijos emocionalmente. Debes amarlos también con sabiduría y autoridad. Tu llamado es formar su carácter, no simplemente cuidarlos y hacerlos felices.
- Mamá, eres la guardiana del corazón de tu hijo. Dios te ha dado ojos para ver lo que otros no ven, sensibilidad para discernir lo que se está gestando en su mente y corazón. No te cruces de brazos. Ora, intervén, habla, corrige, y si es necesario, disciplina. No delegues esa tarea ni la ignores.
Lecciones de la historia de David y Absalón
- Esta historia nos advierte del peligro de la paternidad pasiva.
- Nos recuerda que nuestros pecados tienen un eco en la vida de nuestros hijos.
- Nos recuerda que la falta de liderazgo, corrección y comunión con nuestros hijos puede destruir una familia.
- Nos muestra que una vida de fe y amor por Dios no es garantía de una crianza fiel.
- Nos recuerda que la crianza no solo demanda proveer techo, comida y educación a nuestros hijos, sino que demanda enfoque, intención, valentía y verdad.
- Dios te invita a ser una mamá que le honre, una mamá que no solo esté físicamente presente, sino espiritualmente alerta y activa, formando el carácter de tus hijos con la Palabra de Dios para que no tengas que llorar, como David, sobre un hijo perdido, sino que puedas gozarte al ver a tus hijos caminando en la verdad.
- No seas una madre indulgente. No ames mal. Ama bien. Ama como Cristo: con compasión, pero también con firmeza. No ignores las semillas del pecado en el corazón de tus hijos. Arráncalas ahora, mientras puedas. Cultiva humildad, dominio propio, respeto y temor a Dios en el corazón de tus hijos.
- Y cuando te sientas débil, recuerda que no estás criando sola. Dios está contigo y Su Espíritu te fortalece. Tu labor no es en vano. Si continuas fielmente, en Su tiempo segarás.
Pasajes bíblicos para ser alentada:
«Porque el Señor al que ama, disciplina…». —Hebreos 12:6
«El que evita la vara odia a su hijo, pero el que lo ama lo disciplina con diligencia». —Proverbios 13:24
«La vara y la reprensión dan sabiduría; pero el niño consentido avergüenza a su madre». —Proverbios 29:15
Recursos recomendados:
Episodio, ¡No te temas disciplinar!
Blog, Disciplina a tu hijo mientras hay esperanza
Episodio, Enseña a tus hijos que la autoridad de Dios es buena
Episodio, «Crianza respetuosa»: ¿Qué dice la Biblia?
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