Mamá, ¿estás cometiendo estos errores?
¿Pudieras estar cometiendo errores en tu crianza? Esa es una pregunta que puede ser un poco incómoda. Incluso con la mejor de las intenciones, como madres, podríamos cometer errores pensando que estamos haciendo lo correcto. Hoy veremos algunos de esos errores y lo que la Palabra de Dios dice para corregirnos y animarnos.
Frases destacadas del episodio de hoy:
Errores comunes que podemos cometer en la crianza sin darnos cuenta
1. No escuchar atentamente a tus hijos: ¿Cuántas veces te sucede que estás oyendo, pero sin realmente prestar atención?
- Escuchar no es solo oír: Muchas veces, en medio de las ocupaciones y el apuro, no prestamos atención genuina a lo que nuestros hijos sienten o nos intentan comunicar.
- Estás oyendo, pero no estás entendiendo: Respondes o reaccionas sin realmente entender. Esto puede hacer que tus hijos se sientan ignorados.
- Escuchar atentamente implica: …
¿Pudieras estar cometiendo errores en tu crianza? Esa es una pregunta que puede ser un poco incómoda. Incluso con la mejor de las intenciones, como madres, podríamos cometer errores pensando que estamos haciendo lo correcto. Hoy veremos algunos de esos errores y lo que la Palabra de Dios dice para corregirnos y animarnos.
Frases destacadas del episodio de hoy:
Errores comunes que podemos cometer en la crianza sin darnos cuenta
1. No escuchar atentamente a tus hijos: ¿Cuántas veces te sucede que estás oyendo, pero sin realmente prestar atención?
- Escuchar no es solo oír: Muchas veces, en medio de las ocupaciones y el apuro, no prestamos atención genuina a lo que nuestros hijos sienten o nos intentan comunicar.
- Estás oyendo, pero no estás entendiendo: Respondes o reaccionas sin realmente entender. Esto puede hacer que tus hijos se sientan ignorados.
- Escuchar atentamente implica: Mirar a los ojos, hacer preguntas, y resistir la tentación de interrumpir con soluciones inmediatas.
- Tus hijos necesitan sentir que son importantes para ti. Escuchar es amar. Si ellos se sienten ignorados, esto puede hacer que endurezcan su corazón hacia ti.
2. Rescatarlos constantemente de sus errores
- Es difícil ver a tus hijos sufrir consecuencias: Si siempre los rescatas, le estás robando la oportunidad de aprender, y crías hijos inmaduros e irresponsables.
- A veces el dolor es el maestro más efectivo: Si olvidaron su tarea, si rompieron algo por descuido, si tuvieron un accidente, si mintieron… tus hijos necesitan ver que sus acciones tienen consecuencias.
- Dios hace lo mismo con nosotras: Él nos deja experimentar las consecuencias para formarnos y santificarnos. Él te pide que hagas lo mismo, que acompañes a tus hijos, que los entrenes, pero que no les evites los tropiezos y las consecuencias.
- A veces, amar a tus hijos significa dejar que sufran para que aprendan.
3. Pelear sus batallas: ¿Has querido resolver todos sus conflictos?
- Aunque lo haces por amor, a veces es debido a un amor mal entendido: Muchas veces lo que tus hijos necesitan es que les enseñes a hablar, a expresarse, a pedir perdón, a defenderse con respeto.
- Cuando peleas sus batallas les estás impidiendo desarrollar habilidades sociales, aprender a resolver conflictos y cultivar sabiduría para actuar. Les impides que aprendan a lidiar con las realidades de la vida.
4. No liderar con el ejemplo
- No puedes pedir o exigir lo que no vives: No puedes decirles «sé paciente», si gritas todo el tiempo, o «sé agradecido», si vives quejándote.
- No puedes pedir respeto, paciencia o dominio propio si no lo modelas: Cuando esto ocurre, pierdes autoridad delante de tus hijos. Ellos pueden ver las incongruencias.
- Recuerda que tus hijos aprenden mucho más de lo que ven, que de lo que escuchan. Si quieres que ellos cambien hábitos y actitudes, debes examinarte y evaluar si los estás modelando para ellos.
5. Negarte a cambiar
- A veces justificamos nuestras actitudes diciendo: «Yo soy así», o «así me criaron». Pero la maternidad te llama a la madurez. El Espíritu Santo obra en nuestras vidas para transformarnos. Ser mamá es también una oportunidad para crecer.
- Nunca debes justificar tus actitudes pecaminosas porque tus hijos van a verte y, de nuevo, van a seguir tu ejemplo, y vas a terminar perdiendo tu autoridad sobre ellos.
6. Explotar con ira o frustración
- Cuando gritas o hablas con impaciencia o sarcasmo vas a terminar hiriendo sus sentimientos.
- La ira descontrolada hiere corazones. Puede que el mensaje, la reprimenda, la exhortación o la disciplina, sean correctos, pero si lo transmites con gritos, el mensaje se pierde. Dios nos llama a ser lentas para la ira.
- En los momentos en que te sientas que vas a perder la paciencia o vas a explotar, estarás airada o irritada. Respira, ora, apártate si es necesario, recordando que tu reacción puede edificar o destruir.
- La paciencia es parte del fruto del Espíritu.
7. Evitar poner reglas y límites
- El amor no es permisividad. Un hogar sin reglas y donde no hay autoridad, puede parecer «feliz», pero a la larga, es un caos.
- Los niños necesitan saber qué está bien, qué está mal y qué esperar cuando cruzan una línea. Poner límites es amar a tus hijos.
- Los niños necesitan estructura, límites claros, y consecuencias. Un hogar sin límites en realidad genera inseguridad en ellos, mucho caos y mucha irritación en ti.
- Es un grave error dejar que todo sea negociable o ceder por cansancio. Esto traerá como consecuencia, desobediencia y falta de dirección.
- Los límites son una expresión del amor.
8. Ser inconsistente
- Un día permites algo, al otro día se lo prohíbes. Un castigo hoy, mañana no pasa nada. Hoy gritas, mañana ignoras. La inconsistencia genera confusión y abre la puerta a la desobediencia, porque eso los confunde al mismo tiempo que te desautoriza, y genera inseguridad en ellos. Necesitas ser firme y constante.
- Evita cambiar las reglas según el día, el humor o la situación, de lo contrario, tus hijos no te tomarán en serio. Sé clara, firme y predecible, ¡no voluble! Dios es un Padre consistente y nosotras estamos llamadas a crecer a Su imagen, siendo firmes y constantes.
9. Tener expectativas poco realistas
- No esperes que tus hijos se comporten como adultos: no puedes esperar que todo lo hagan bien, porque son niños y están aprendiendo. Tu llamado es a animarlos y guiarlos, pero no les exijas perfección.
- Esperar perfección es injusto. Son niños, están en proceso. Lo que necesitan es gracia y dirección. Cuando esperas la perfección de tus hijos, eso los exaspera.
10. Ignorar un problema evidente
- A veces hay actitudes, conductas, patrones o conflictos que evitas por temor, cansancio o resignación: quizás minimizas esos problemas o los ignoras. Pero ignorar no soluciona el problema.
- La Palabra te llama a instruir, y eso implica enfrentar lo que está mal con sabiduría y firmeza.
- El ignorar un problema de conducta hace que crezcan raíces de rebeldía o indiferencia. Estás llamada a enfrentar con gracia, amor y disciplina, si es necesario, y a no evadir el asunto por comodidad.
11. Comparar a tus hijos constantemente con otros
- Esto destruye su autoestima. Tus hijos pierden de vista su valor. Frases como «mira a tu hermano cómo lo hace», o «mira a tu prima cómo lo hace», generan inseguridad y, más que nada, rivalidad. Cada niño tiene su propio ritmo, sus propias fortalezas y debilidades, y su diseño.
12. No mostrar afecto de manera consistente
- Hay mamás que proveen todo materialmente: pero carecen de ternura, de tiempo, de calidad, de palabras de amor y de afirmación, de abrazos a sus hijos.
- Tus hijos necesitan sentirse amados, no solo cuidados. El amor se demuestra con acciones.
13. No cultivar tu vida espiritual
- Una mamá que no busca a Dios diariamente, difícilmente podrá guiar espiritualmente a sus hijos: Necesitas llenarte de la Palabra y depender de la oración para enfrentar los desafíos diarios. Sin Dios, no puedes ser una mamá sabia y con los frutos del Espíritu.
14. Vivir con culpa constante
- Si bien es cierto que la culpa sana te lleva al arrepentimiento, sentirte culpable por todo te paraliza. Ese tipo de culpa está centrada en tu desempeño y tu deseo de perfección; esto no viene de Dios.
- Por supuesto, debes aprender de tus errores, pedir perdón si es necesario, pero no incapacitarte por una culpa que solo te victimiza y paraliza. No estás llamada a la perfección, sino a la dependencia de Cristo.
15. Priorizar la conducta externa
- Lo que Dios más valora es el corazón. Tus ojos deben estar pendientes de las actitudes en el corazón de tus hijos.
- Pudieras tener un hijo muy bien portado, pero egoísta, o envidioso, o poco generoso. Como mamá, tú quieres llegar a las actitudes, a las raíces, de la conducta en el corazón.
- ¡Todas fallamos! Pero lo hermoso del evangelio es que Dios no nos deja donde estamos. Él nos corrige, nos perdona, y nos capacita para hacer lo que solas no podríamos.
- Si te viste en alguno de estos errores: ora, arrepiéntete y vuelve a comenzar. Dios es fiel, y Sus misericordias se renuevan cada día sobre ti. Sigue corriendo fielmente esta carrera porque Él está por ti.
Pasajes bíblicos para ser alentada:
«…que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar…». —Santiago 1:19
«El que ama la instrucción ama el conocimiento, pero el que odia la reprensión es torpe». —Proverbios 12:1
«Sé ejemplo… en palabra, conducta, amor, fe y pureza». —1 Timoteo 4:12
«La ira del hombre no obra la justicia de Dios». —Santiago 1:20
«La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor». —Proverbios 15:1 (RV 60)
«Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia…». —Gálatas 5:22
«El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige». —Proverbios 13:24 (RV 60)
«Antes bien, sea el hablar de ustedes: “Sí, sí” o “No, no”; porque lo que es más de esto, procede del mal». —Mateo 5:37.
«Padres, no exasperen a sus hijos, para que no se desalienten». —Colosenses 3:21
«Instruye al niño en el camino que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él». —Proverbios 22:6
«Pero que cada uno examine su propia obra, y entonces tendrá motivo para gloriarse solamente con respecto a sí mismo, y no con respecto a otro». —Gálatas 6:4
«Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad». —1 Juan 3:18
«Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas». —Proverbios 3:5-6
«Fiel es Aquel que te llama, el cual también lo hará». —1 Tesalonicenses 5:24.
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