Katharina Von Bora: una mujer de fe práctica

Pocos años después de que América fuera descubierta, y el mundo se abriera a un nuevo continente, en 1492, en Lippendorf al sur de Alemania, nació una niña que sus padres llamaron Katharina Von Bora.

 La pequeña creció en un hogar donde no fue influenciada por el ejemplo de una madre por mucho tiempo, ya que a la edad de cinco años su madre falleció y su padre contrajo nupcias de nuevo. Por esta razón, la pequeña fue enviada a vivir a un convento benedictino primero, y luego a otro claustro; esto marcaría su vida por completo, al ser criada y educada por monjas. A los 16 años, Katharina tomó los votos como monja. Por la educación en el convento Katharina tuvo la oportunidad que otras mujeres no tuvieron en su tiempo; pudo aprender a leer y a escribir y principalmente, aprendió latín. Dios estaba preparando su corazón para los cambios por venir en ese tiempo del cual ella era parte.

Estar en medio del seno de la iglesia de Roma le permitió ver cosas con las que no coincidía, y al mismo tiempo observar el movimiento de la Reforma que se estaba formando fuera de los muros del convento. La venta de indulgencias por Tetzel, un fraile que apremiaba a las personas a comprar las mismas para liberar las almas de sus seres amados del purgatorio, era algo que sucedía a poca distancia de ella. La frase usada era: «Tan pronto la moneda toque el fondo así el alma sale libre del purgatorio».

Ya desde finales de 1300, hombres como Juan Hus y John Wickliffe habían denunciado las prácticas abusivas y no apegadas a las Escrituras de la iglesia, y la apremiaban a regresar a ellas. Por lo que al descontento que Katharina vivía en el convento, se le unía el deseo de conocer más y más de lo que estos hombres habían dicho para que la iglesia regresara a las Escrituras. Este siempre fue el deseo de los reformadores.

Un monje en particular llamado Martin Lutero, había encontrado esta práctica de la venta de indulgencias intolerante y no podía quedarse de brazos cruzados. Por el estudio de las Escrituras, Lutero llegó a entender que solo podemos ser salvos por fe y no podemos comprar la entrada al cielo. Así que Lutero clavó sus 95 postulados, que son los que llamamos tesis, en la puerta de Wittemberg. El Papa León X lo excomulgó de la iglesia en 1520. Pero ahí fue que Lutero comenzó a ganar seguidores por toda Alemania y su fama corrió rápidamente.

Katharina observaba todo este mover desde el convento, y el 4 de abril de 1523 ella y otras monjas escaparon del convento escondidas en barriles de pescado para unirse a Lutero. Es así como Lutero conoce a Katharina quien finalmente se convirtió en su esposa. Una unión que fue revolucionaria en su época, un monje y una monja unidos por Dios en matrimonio. Sabían que se enfrentaban a muchos peligros, pero ella afianzó su fe en la Palabra.

A pesar de no haber crecido en un hogar, sino en un convento, Katharina abrazó su rol de esposa de inmediato. Cuidó y administró el hogar que era un antiguo monasterio que habían recibido como regalo de bodas. Era una propiedad extensa y ella asumió el cuidado de una granja de cerdos y aun de una pequeña cervecería que servía para el mantenimiento de la familia. Su hogar se convirtió en el punto de encuentro al que iban los estudiantes a consultar con su esposo, y ella los recibía poniendo en práctica la hospitalidad, recibiendo a todo el que llegaba. También su hogar se convirtió en un hospital cuando llegó la plaga en 1527.  Katharina supo sobreponerse a las pruebas de perder hijos y aún en este dolor agradeció a Dios por los que les dio llenando su hogar de gozo nuevamente y viviendo su fe en plenitud. En el dolor, Dios los unía y fortalecía y las cartas de Lutero estaban llenas de gran admiración y alabanza por su esposa.  

Lutero llamó a su esposa Kathy:

«La estrella de la mañana de Zulsdorf»,

«Doctora Katharina»,

«La dama de Zulsdorf y de todo lo demás que pudiera haber» y muchas otras formas expresando su amor y admiración por ella.

Katharina es para nosotras ejemplo de mujer industriosa que esforzó sus brazos por su familia y que fue un apoyo para su esposo como nos enseña Proverbios 31. Que vivió sin temor confiada en Dios en una época de persecución e intimidación.

Ante el dolor y la posibilidad permanente de persecución, Lutero le pidió a su esposa que memorizara el Salmo 31 y así lo hizo, pues ella sabía que en la Palabra estaba la única fuente de consuelo y consejo para ella. Por la Palabra, Katharina al igual que su esposo habían aprendido a creer y a confiar en el Dios que es Castillo Fuerte en todo tiempo y circunstancia de la vida.

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Sobre el autor

Elba Ordeix de Reyes

Elba Ordeix de Reyes

Esposa de Roby y madre de tres hijos adultos: Gabriel, Anna Gabriela y Andrés. Abuela de Noël, Lucas, Olivia, Vera y Julia Ann.

Anhela vivir una vida Coram Deo o en Su presencia cada día. Tiene pasión porque las mujeres … leer más …


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