Me mortificaba el saber de que como le había fallado a Dios, entendía que era tan mala Él no podía perdonarme, lo que me llevó a alejarme de Él y dejarme influenciar por el mundo y el pecado. Aun cuando sabía que el único lugar en el cual podía ir y encontrar paz me negaba, en mi orgullo, a reconocer que realmente necesitaba a Dios. El día que inicié mi viaje de regreso a casa a donde mi padre celestial, empezaba una gran lucha en mi alma y mi corazón, pues seguía creyendo esa mentira y entendía que tenía que ganarme el perdón que ya Cristo había ganado en la cruz del calvario. Escucha el testimonio de Yamell en nuestra Serie el Poder de la Verdad.
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