
Dios recuerda
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth tiene buenas noticias para ti.
Nancy: ¡Quiero decirte que no hay nada que tú o yo podamos hacer para aplacar la ira de Dios! Pero el evangelio, las buenas nuevas, el mensaje que celebramos en Navidad es que no tenemos que hacerlo. ¡Ya se ha hecho!
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 18 de diciembre de 2024.
¿Alguna vez has hecho planes con tus hijos o con otras personas, y se han emocionado solo para que luego las cosas no salgan como planearon o las tengan que cancelar? Bueno, hoy debes recordar que esto nunca le sucede a Dios. Sus promesas son mejores y Él es siempre fiel en cumplirlas.
Nancy está aquí para continuar en la serie «El Himno de Zacarías».
Nancy: Estoy segura de que tu vida está muy ocupada actualmente. …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth tiene buenas noticias para ti.
Nancy: ¡Quiero decirte que no hay nada que tú o yo podamos hacer para aplacar la ira de Dios! Pero el evangelio, las buenas nuevas, el mensaje que celebramos en Navidad es que no tenemos que hacerlo. ¡Ya se ha hecho!
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 18 de diciembre de 2024.
¿Alguna vez has hecho planes con tus hijos o con otras personas, y se han emocionado solo para que luego las cosas no salgan como planearon o las tengan que cancelar? Bueno, hoy debes recordar que esto nunca le sucede a Dios. Sus promesas son mejores y Él es siempre fiel en cumplirlas.
Nancy está aquí para continuar en la serie «El Himno de Zacarías».
Nancy: Estoy segura de que tu vida está muy ocupada actualmente. Probablemente muchas cosas están sucediendo en tu casa. Pero estoy confiada que en medio de todo esto, estás tomando un tiempo para detenerte, para hacer una pausa y reflexionar de lo que se trata todo esto.
En Aviva Nuestros Corazones, desde la semana pasada hemos estado meditando en uno de los grandes himnos de las Escrituras que se encuentra en Lucas, capítulo 1, para ayudarte precisamente a hacer eso. Espero que lo estés leyendo juntamente con nosotras, meditando en él y quizás memorizándolo.
Es un himno que fue profetizado por el sacerdote Zacarías en Lucas capítulo 1, en los versículos 67 al 79. Él lo hizo al octavo día en la fiesta del nacimiento de su hijo Juan, que sería Juan el Bautista, quien llegaría a ser el precursor de Cristo, el Mesías.
Seis meses después, Jesús nacería en Belén. Es por esto que estamos transmitiendo esta serie en esta época del año; porque hay tanto en este pasaje que nos ayuda a entender por qué Cristo nació y por qué vino a la tierra.
Estamos viendo uno de los grandes temas de redención y salvación que contiene este pasaje.
Déjame leer empezando en el versículo 68:
«Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque nos ha visitado y ha efectuado redención para su pueblo y nos ha levantado un cuerno de salvación en la casa de David Su siervo, tal como lo anunció por boca de sus santos profetas desde los tiempos antiguos, salvación de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos aborrecen».
Luego el versículo 72:
«Para mostrar misericordia a nuestros padres, y para recordar su santo pacto, el juramento que hizo a nuestro padre Abraham».
Ahora, sigamos adelante y quiero señalar algunas cosas de lo que hemos leído hasta ahora, que tocan nuevamente todo este tema de la salvación, la redención y la visitación de Dios.
De nuevo, déjame pedirte que mantengas presente el contexto. Juan, el bebé, el hijo de Zacarías, tiene ocho días de nacido y la familia y los parientes se han reunido para la celebración y Zacarías habla esta bendición, como ellos la llaman en latín, benedictus.
Es interesante ver que las palabras del himno de Zacarías muestran una conexión (si juntas algunas palabras del idioma original), ellas muestran una conexión con el nombre de Juan, así como con el nombre de Zacarías y de Elisabet, la madre de este niño.
Vemos en el versículo 72, que dice, «para mostrar la misericordia a nuestros padres». El nombre de Juan significa «la gracia de Dios» y Zacarías habla acerca de la misericordia a nuestros padres.
Este himno, esta canción en su totalidad, celebra la gracia de Dios. Así que este niño ha nacido, y está celebrando la gracia de Dios que ha venido a la tierra y la salvación y sus frutos que son el resultado de la gracia de Dios.
La gracia de Dios, el regalo de la misericordia de Dios, no se puede ganar. No es algo merecido. Así que Dios llamó a este niño Juan, «la gracia de Dios», para decirnos que esta gracia, esta misericordia prometida a las generaciones pasadas, ha venido a la tierra.
Entonces él dijo: «para recordar Su santo pacto». El nombre Zacarías significa: «Dios recuerda». Lo que Zacarías está diciendo es, «Dios ha recordado Su santo pacto». Dios ha hecho un pacto con nuestros antepasados, y Él nunca olvida Sus promesas, Dios recuerda, la gracia de Dios.
Además, el nombre Elisabet significa, «el juramento de Dios». Mira lo que dice la siguiente frase en el versículo 73: «Para recordar Su santo pacto, el juramento que Él hizo a nuestro padre Abraham». Elizabeth.
Dios puso juntas Su sobrenatural sabiduría y Su providencia en esta familia: Zacarías, «Dios recuerda»; Elizabeth, «el juramento de Dios», y Juan (nacido en sus últimos años), «la gracia de Dios».
Zacarías dijo: Dios ha venido. Él nos ha visitado; ha redimido su pueblo para mostrar misericordia a nuestros padres, la gracia de Dios para recordar Su santo pacto.
Dios recuerda el juramento que hizo a nuestro padre Abraham, el juramento de Dios y cuán precioso que los nombres de esta familia podrían recordarles a ellos y a nosotros de la gracia de Dios, el hecho de que Dios recuerda y mantiene Su Palabra y guarda Su juramento.
Esta salvación, esta liberación que se celebra en este himno, ha sido prometida por generaciones, empezando siglos atrás en Génesis capítulo 3, cuando el hombre y la mujer cayeron en pecado.
Desde ese punto de vista, en una línea ininterrumpida hasta el final del Antiguo Testamento, Malaquías capítulo 4, Dios prometió por medio de sus profetas, uno tras otro, que Él enviaría un Salvador, un Redentor.
Dios hizo un pacto con Abraham. Dios prometió que de la simiente de Abraham vendría bendición para Su pueblo elegido y para todas las naciones de la tierra.
Ese pacto se transmitió de Abraham a su hijo Isaac, de Isaac a su hijo Jacob y de Jacob a sus doce hijos, y así fue pasando a los hijos de sus hijos, y los profetas hablaron de esto.
Dios revela a los profetas: «Ya vengo. Yo enviaré a mi Salvador. ¡Yo vendré! Emmanuel, Dios con nosotros».
La venida de Cristo fue el cumplimiento de aquel pacto que fue ratificado tantas veces, todos aquellos años, el pacto prometido que Dios hizo a los creyentes del Antiguo Testamento.
Y al ver este texto, se nos recuerda que Dios es hacedor de pactos y un Dios que cumple sus pactos.
¡El juramento de Dios significa algo! ¡Representa algo! ¡No se puede romper! Hoy en día las personas hacen promesas y las rompen con la misma rapidez, pero Dios cumple Su palabra. Dios cumple Sus promesas.
Ahora, de seguro que hay momentos en que pareciera que Dios se ha olvidado de Su pacto, de Su compromiso, de Su juramento.
Para los judíos en el tiempo de Zacarías, habían pasado cuatrocientos años desde la última vez que ellos escucharon palabra de Dios, los cuatrocientos años de silencio entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. ¿No crees que esas personas pudieron haber pensado que Dios los había olvidado?
¿Pero qué significa el nombre de Zacarías? Dios recuerda. Dios recuerda Su juramento y Dios cumplirá Sus promesas. Él te visitará en Su tiempo y en Su momento.
Escucha, cuando tu mundo está en crisis y las cosas están inundando tu alrededor y las cosas en tu hogar te abruman, en tu trabajo, en tu vida, ¡tú puedes contar con el juramento de Dios!
Él nos dice que «salvación de nuestros enemigos», en el versículo 71, «y de la mano de todos los que nos aborrecen», versículo 73, «concédenos que, librados de la mano de nuestros enemigos».
En dos ocasiones menciona que estamos siendo salvadas y libradas de nuestros enemigos, y nos recuerda que la visitación de Dios, la redención de Dios, la salvación de Dios nos libera de nuestros enemigos, de Satanás, del pecado y de nosotras mismas.
Y esa palabra «liberados» (que fuimos liberados de las manos de nuestros enemigos), me gusta esa palabra. Si te fijas, en el idioma original significa «dibujar con fuerza y violencia, arrastrar, tirar, lo que significa sacar del peligro o calamidad y liberar».
Es como si alguien estuviera en una casa en llamas y alguien entrara y lo rescatara en el último momento, justo antes de que se asfixie. Ese es un cuadro muy dramático de un rescate.
Dios nos libra de nuestros enemigos. Él nos arrastra. Él nos rescata. El «cuerno de nuestra salvación» es lo suficientemente poderoso para hacer eso por nosotras.
Esta es la primera de ocho referencias que están en el Evangelio de Lucas para «enemigos». Verás que muchas veces Lucas se refiere a enemigos como oposición sobrenatural y espiritual.
Ahora, como mencionamos antes en esta serie, sin lugar a dudas, cuando Zacarías habla de ser librados de nuestros enemigos, él está pensando en lo que era el deseo de todo judío, que era deshacerse de la opresión de los romanos.
Los romanos eran los enemigos por los que los judíos estaban preocupados. Sin embargo, inspirado por el Espíritu Santo, en este himno, en esta alabanza de Zacarías, hay una promesa de liberación de las fuerzas espirituales que mantuvieron cautivos los corazones y las almas de los hombres.
Dios estaba hablando acerca de algo más importante que la liberación temporal de los romanos. Existen otras fuerzas de terrorismo y de totalitarismo en nuestro mundo. Hay hermanos y hermanas en Cristo que viven hoy en otras partes del mundo, donde están bajo regímenes similares al antiguo Imperio Romano.
Un día, Dios va a acabar con todos nuestros enemigos, pero mientras tanto, cada hijo de Dios puede experimentar la liberación final de Satanás, de las fuerzas espirituales que pelean contra nuestros corazones y los mantienen cautivos.
Él está hablando aquí acerca de la salvación del pecado, salvación del dominio de Satanás. Ese es nuestro enemigo, la salvación de toda forma de corrupción.
Lucas habla, en el capítulo 11 de su Evangelio, acerca del «hombre que gobierna sobre su casa». Esa es una imagen de Satanás en este pasaje hasta, que dice, «uno más fuerte que él lo ataca y lo vence» (vv. 21-22).
¿Quién es ese más fuerte que vence a nuestros enemigos? Es Jesús, el cuerno de nuestra salvación.
Jesús es capaz de conquistar no solo a oponentes humanos, sino también los espirituales que están detrás de ellos, como leemos en Efesios capítulo 6, los poderes de las tinieblas, están detrás de las fuerzas de maldad en este mundo (v. 12).
Así que mientras Jesús estaba en la tierra ministrando, ¿qué hizo? Él dio señales, expresiones visibles de Su poder para librarnos del enemigo. Cuando sanó a la gente, Él estaba demostrando Su poder sobre el enemigo que causa enfermedad, en última instancia.
Cuando Él hizo milagros y calmó los vientos y las olas y las tormentas, Él estaba mostrando Su poder sobre todos los enemigos, el demonio y las fuerzas infernales detrás de ellos.
Cuando echó fuera demonios, Él estaba demostrando Su poder sobre las obras de Satanás y sus demonios. Él estaba demostrando Su autoridad, Su misión que nos libra de las manos de nuestros enemigos.
Los milagros de Jesús no eran solamente actos físicos de liberación, representaban una realidad más profunda, el poder de Cristo sobre el mal y Su poder para librarnos del mal.
Hemos visto en este pasaje que Cristo es el cuerno de la salvación, el poderoso Salvador, el único que puede con el enemigo, aquel que garantiza la victoria para aquellos que le pertenecen. La salvación de Dios nos libera de nuestros enemigos.
Luego vemos del versículo 73 en adelante, que Dios nos salva con un propósito, no solo para que podamos ser salvas, sino que Él quiere sacar algo de esto.
Veamos la última parte del versículo 73: «concedernos que, librados de la mano de nuestros enemigos, le sirvamos sin temor en santidad y justicia delante de Él, todos nuestros días».
Jesús vino a este mundo a salvar pecadores, a liberarlos, a rescatarlos, a redimirlos, ¿por qué? Para que podamos servirle.
No somos salvadas o libradas como un fin en sí mismo. Somos salvas, libradas del yugo del pecado y de Satanás, para que podamos tomar nuestro lugar con Cristo y tomar su yugo, de manera que podamos servir con alegría al Señor, gozosas, para que podamos unirnos a Él en la obra del reino y en Sus propósitos.
La palabra servir («que le sirvamos sin temor») es una palabra del idioma griego. A veces se traduce como «servir» y otras veces como «adoración». Revisé casi todas las referencias que encontré en el Nuevo Testamento, y es difícil saber porque en algunos casos se traduce como «adoración» y en otros casos se traduce exactamente la misma palabra como «servir».
No sé mucho de traducción de la Biblia, pero estoy segura de que existe una buena razón para eso, porque es exactamente la misma palabra. Realmente significa «adorar a Dios, sirviéndole» o «servirle con adoración».
Es nuestro «culto racional», leemos en Romanos capítulo 12 versículo 1. Es la misma palabra, servicio, adoración. Le servimos con nuestros corazones y con nuestra vida. Nuestro servicio se convierte en un acto de adoración y nuestra adoración implica siempre un servicio activo.
Puedes ver este concepto en el Antiguo Testamento, en Éxodo capítulo 3, cuando Dios le dice a Moisés que Él está a punto de llevar el pueblo de Israel fuera de Egipto, para librarlos de la esclavitud. Dios le dice, «cuando hayas sacado al pueblo de Egipto, adoraréis a Dios en este monte» (v.12).
Ahora, si avanzamos al Nuevo Testamento, en el libro de los Hechos, cuando Esteban se está preparando para ser apedreado, él da todo este relato de la historia judía. Él dice, citando ese pasaje de Éxodo capítulo 3, («cuando hayas sacado al pueblo de Egipto, adoraréis a Dios en este monte») pero cuando Esteban lo cita en el Nuevo Testamento él dice, «saldrán y me servirán en este lugar» (7:7).
Servir y adorar, son las mismas palabras. Somos salvadas para servirle con adoración. Somos salvadas para adorarle con el servicio.
El propósito de la visitación de Dios, el propósito de la salvación y la redención es que le sirvamos como sacerdotes de Dios.
Entonces vemos que la salvación de Dios nos permite adorarle y servirle «sin temor» (v.74). Sin temor. Pero quizás tú te preguntas, «¿por qué las personas adorarían y servirían a Dios con temor?»
El otro día, estaba leyendo sobre John Paton, que fue un misionero en el siglo 19, en las islas Nuevas Hébridas, en el Pacífico del Sur. Cuando Paton y su esposa, Margaret, llegaron por primera vez a la isla en 1866, los isleños eran caníbales.
A veces se llegaban a comer la carne de sus enemigos una vez los habían destruido. Ellos también practicaban el infanticidio. Practicaban sacrificio de viudas. En la autobiografía de Paton él describe como era su religión, y comenta como era una religión de temor.
Él dice que su religión era «completamente un servicio de miedo, su objetivo era propiciar este o aquel espíritu maligno. Su religión fue una religión de temor, y por lo que puedo entender, no tenían ni idea de un Dios de gracia y misericordia».
Estaban aterrorizados. «Tenemos que hacer esto para aplacar los espíritus malignos; porque si no lo hacemos, ¿qué nos harán? Destruirán nuestros cultivos. Destruirán nuestros hijos». Así que partiendo de ese temor, servían a sus dioses. No tenían ningún concepto de un Dios de gracia y misericordia.
Pero llegamos al Nuevo Testamento y nos encontramos al Dios de las Escrituras, y vemos que es un Dios de infinita gracia y misericordia. Y nos ha salvado, liberado, nos redimió de nuestros pecados para que podamos servirle y adorarle sin temor.
La Escritura dice en Hebreos capítulo 2, que Jesús se hizo hombre. «Él se hizo carne y sangre para a través de su muerte destruir a aquel que tiene el poder de la muerte, y librar a todos a los que por el temor a la muerte estaban sujetos a una larga vida de esclavitud» (vv.14-15, parafraseados).
¿Cuántas personas en el mundo, temiéndole a la muerte, se someten a la esclavitud de falsas religiones, incluso a veces bajo el nombre de cristianismo? Ellos están tratando de hacer las cosas, esclavizados por miedo a Dios. Están haciendo cosas para aplacar la ira de Dios o para hacerlo feliz.
¡Quiero decirte que no hay nada que tú o yo podamos hacer para aplacar la ira de Dios! Pero el evangelio, las buenas nuevas, el mensaje que celebramos en Navidad es que no tenemos que hacerlo. ¡Ya se ha hecho! ¡El Redentor ha llegado! Ha morado con nosotros. Se ha entregado para que nosotros le sirvamos sin temor.
Nos ha librado de aquél que tenía el poder sobre la muerte; nos libró del miedo a la muerte y de toda una vida de esclavitud.
«No hay temor en el amor», dice 1 Juan 4. Dice que «el perfecto amor echa fuera el temor». «Porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor» (v.18).
Solo hay una fuente para esa clase de amor. Este es el increíble, maravilloso amor de Dios y ese perfecto amor echará fuera cualquier temor al castigo.
Que le «sirvamos sin temor, en santidad y justicia delante de Él» (Luc. 1:75). Somos salvas para ser santas de corazón y de conducta.
«Nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él» (Ef. 1:4).
Nos salvó para que podamos «servirle sin temor en santidad delante de Él todos nuestros días» (Luc. 1:75).
¿Tienes días, como yo, en los que piensas, «no hay forma de que pueda seguir aferrada a mi fe»? Llegan circunstancias a tu vida, y algunas veces te asaltan las dudas, existen miedos y piensas: «¿cómo voy a ser capaz de perseverar hasta llegar a la meta final?
Él vino a salvarnos de la mano de nuestros enemigos para que podamos servirle y adorarle, sin temor, todos los días de nuestra vida.
Escucha, ¡yo no soy la que estoy aferrada! ¡Él es el que está aferrado! Su amor y Su misericordia son eternos. Es Su poder que me hace permanecer. Es Su poder que me sostiene hoy, y así lo será mañana y todos los días venideros por fe en Su poder liberador, redentor y salvador. Pero para ti también es igual.
«Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque nos ha visitado y ha efectuado redención para su pueblo. Nos ha salvado de la mano de nuestros enemigos, para que le sirvamos sin temor en santidad y justicia delante de Él, todos nuestros días» (vv. 69, 74).
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha ayudado a comprender el significado eterno de la celebración que tendremos en tan solo unos días. Ella se encuentra en medio de una serie titulada «El himno de Zacarías». No siempre se presta mucha atención a Zacarías, pero esta serie me ha mostrado la riqueza de las palabras de este hombre sabio.
Constantemente escuchamos cómo estos mensajes impactan las vidas de nuestras oyentes. Escucha lo que una oyente que se ha integrado más a su iglesia local y ha sido bendecida con enseñanzas como esta, nos compartió:
«Hola, tengo cuatro años de casada, y desde que me casé me salí de trabajar para dedicarme a mi esposo en su momento, y ahora a mis hijos. Desde hace tiempo yo sentía la necesidad de involucrarme más al grupo de mujeres, porque era un grupo de señoras como yo, y realmente el ministerio de Aviva Nuestros Corazones llegó en el momento indicado a mi vida y ha sido de mucha bendición no solamente para mí y para el grupo donde ya estaba, sino para todos los matrimonios jóvenes de la iglesia, porque gracias a Dios somos muchos los matrimonios jóvenes.
Es una herramienta que Dios nos ha prestado para seguir alimentándonos, y de verdad que es una gran bendición el poder escuchar los audios. Estamos orando porque sabemos que Dios tiene grandes planes, y que nos use, pues somos herramientas de Él, así que oramos porque se haga solamente Su voluntad en nuestra ciudad».
¡Gracias a Dios por compartir con nosotras testimonios como este!
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Hemos escuchado que «Jesús murió por nuestros pecados», pero la realidad es que no nos agrada la idea de vernos como pecadoras. Descubre por qué el reconocer que eres una pecadora es la puerta para abrazar las buenas noticias del evangelio. Esto será mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones. ¡Te esperamos!
Escudriñando la Escritura juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
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