El libro de Proverbios nos llama a desechar la mentira y abrazar la verdad.
“Los labios mentirosos son abominación al Señor,
pero los que obran fielmente son su deleite.” (Proverbios 12:22)
El Señor odia la mentira.
Pero… ¿Por qué mentimos?
Muchas mentimos para no perder la aceptación de los demás, o para ganarla, o para evitar consecuencias o responsabilidades. Al final de todo, mentimos para nuestra auto-preservación y promoción. Nos convertimos en nuestro propio estándar. La mentira es nuestro intento de salvarnos a nosotras mismas. De cubrirnos. Pero solo Dios puede. No podemos escondernos de Él. Y si estamos en Cristo, ya estamos cubiertas.
“Compra la verdad y no la vendas, adquiere sabiduría, instrucción e inteligencia.” (23:23)
Por tanto, dejando a un lado la falsedad, hablad verdad cada cual con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros. (Ef. 4:25)
En Cristo, podemos andar en la luz. A veces no queremos confrontar ni hablar verdad a nuestras amigas por temor a lo que pensaran de nosotras o de perderlas. Pero debemos pensar en ellas antes que nosotras mismas. Nuestras relaciones con las demás deben ser caracterizadas por amor expresado en verdad y transparencia.
...sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo, de quien todo el cuerpo (estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen), conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor. (Ef. 4:15-16)
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