Día 182 | Salmos 143 – 150
Amadas, hemos llegado a los últimos ocho salmos del salterio, los salmos de celebración. Estos salmos están llenos de enseñanzas que nos inspiran a orar y adorar a nuestro bendito y trino Dios.
En el Salmo 143 vemos a David pedir liberación y dirección. Él extiende sus manos a Dios con un alma sedienta y espíritu desfallecido, apelando al Nombre y la justicia del Señor. David confía en que Su Espíritu le enseñará a hacer Su voluntad.
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Hermana, ¿buscas hacer Su voluntad así como David?
El rey de Israel y el guerrero victorioso pide, en el Salmo 144, victoria y prosperidad. Sabía que su Señor era el único capaz de «adiestrar sus manos» para la batalla.
Parte de esa prosperidad era que sus hijos fueran «plantíos florecientes» y sus hijas «esquinas labradas como de palacio».
En el Salmo 145 vemos que …
Amadas, hemos llegado a los últimos ocho salmos del salterio, los salmos de celebración. Estos salmos están llenos de enseñanzas que nos inspiran a orar y adorar a nuestro bendito y trino Dios.
En el Salmo 143 vemos a David pedir liberación y dirección. Él extiende sus manos a Dios con un alma sedienta y espíritu desfallecido, apelando al Nombre y la justicia del Señor. David confía en que Su Espíritu le enseñará a hacer Su voluntad.
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Hermana, ¿buscas hacer Su voluntad así como David?
El rey de Israel y el guerrero victorioso pide, en el Salmo 144, victoria y prosperidad. Sabía que su Señor era el único capaz de «adiestrar sus manos» para la batalla.
Parte de esa prosperidad era que sus hijos fueran «plantíos florecientes» y sus hijas «esquinas labradas como de palacio».
En el Salmo 145 vemos que la majestad y bondad consumían su corazón, y su deseo era que por generaciones estos atributos fueron exaltados.
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¿Oras que la nueva generación dé frutos, estabilidad y hermosura a Su reino al reconocer Su majestad y bondad?
Con el Salmo 146 hasta el Salmo 150, los versículos inician y terminan diciendo: «Halel» o «Aleluya» Eran recitados cada mañana.
El Salmo 146 alaba al Único ayudador y a Su esperanza: el Dios de Jacob, quien obra a favor de los oprimidos, hambrientos, ciegos, caídos, extranjeros, huérfanos y viudas.
En el Salmo 147 vemos que sana a los quebrantados, venda sus heridas y sostiene al afligido. Aquel que conoce y da nombre a las estrellas también conoce nuestra condición y debilidad. ¡Aleluya!
El Salmo 148 invita a que cielos, tierra y todos sus moradores alaben al Creador y Señor. Once veces aparece el verbo «Alabar». ¿La razón? Porque Su gloria está sobre ellos. ¡Aleluya!
El Salmo 149 es el último salmo imprecatorio. El Rey de Israel permitió la victoria de Su pueblo conquistando a Canaán. Habrá una victoria final: cuando el Rey de reyes vuelva y al fin destruya a todos Sus enemigos. ¡Aleluya!
El final del salterio concluye con el Salmo 150, el cual repite 10 veces el verbo «Alabar». Todo lo aprendido por medio de este libro debería llevarnos a proclamar:
«Todo lo que respira alabe al Señor. ¡Aleluya!».
Resume con tus palabras el mensaje de estos capítulos.
¿Cómo estos salmos te invitan a adorar a Dios?
¿Qué dejó el estudio de los Salmos en tu corazón para acercarte más a Dios? Comparte.
Transforma lo que aprendiste en una oración.
«Todo lo que respira alabe al Señor. ¡Aleluya!». -Salmos 150:6
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